Los enfrentamientos dialécticos entre los dos principales líderes de una región o nación deberían estar motivados por alguna cuestión de entidad, para cuestiones anecdóticas o banales ya hay otros políticos que pueden hacer esa labor. Si uno sigue la política asturiana comprueba que la mayoría de los ataques o críticas entre los máximos dirigentes no versan sobre los grandes problemas de la comunidad autónoma sino sobre asuntos de escaso interés, que dada su elementalidad no se molestan en argumentar. En el acto de recuerdo de los veintidós hombres fusilados en el Pozo Funeres, Adrián Barbón habló de lo divino y de lo humano: futuro electoral de Trump, financiación autonómica, rebajas fiscales, elecciones autonómicas, apoyo a Pedro Sánchez para que se mantenga como secretario general del PSOE, la política de bulos en la América del presidente Lyndon B. Johnson, el anuncio de su candidatura a la Presidencia del Principado, etc. En un momento de la intervención afirmó que «el PP no tiene proyecto ni ideas para Asturias». Posteriormente, Álvaro Queipo, líder del PP regional, destacó que las palabras de Barbón significan que los socialistas, al hacer oposición al PP, ya van adoptando las posturas de un partido de oposición. Queipo añadió que «me encantaría batirme con Barbón en 2027».
Con la agenda política repleta de problemas (soberanía fiscal de Cataluña, desmoronamiento de la siderurgia, declive demográfico, acceso a la vivienda, absentismo laboral, listas espera sanidad, degradación en la educación, cercanías ferroviarias, etc.), resulta que Barbón y Queipo pueden permitirse el lujo de cruzar descalificaciones sin base y empezar a especular sobre las elecciones autonómicas de mayo de 2027.
La prueba de que los dirigentes asturianos, de todos los partidos, sin excepción, tienen pocas cosas interesantes que decir es que el debate político regional se limita a picotear sobre diversos problemas, para ir pasando de unos a otros sin tratar de resolverlos. Las prioridades de la región cambian cada trimestre: tan pronto era la guerra contra la burocracia, como, luego, el impulso demográfico, y, posteriormente, el estado del bienestar, la industria y la vivienda. Sobre el pacto fiscal de Cataluña, un tema grave y urgente, no hay una respuesta aceptable de las instituciones. Queipo dice que apoyará al Principado si la negociación con Madrid se inscribe en un marco multilateral. Un planteamiento tan sencillo no fue posible de acordar en la Junta.