Si dejamos a un lado el guirigay de la vida pública asturiana, bajo el cual no hay un gramo de sustancia política, el dato más relevante para el curso que se inicia es el recorte en el presupuesto del Principado. Acostumbrados, como estamos, a la expansión de las cuentas, bien sea apoyada en el endeudamiento o, como en los últimos ejercicios, a través de la palanca de los fondos Next Generation, la pérdida de 400 millones para 2025 es un retroceso llamativo, similar al crecimiento habido en el actual ejercicio. Podemos decir que volvemos a las cuentas de 2023. No es una operación sencilla, porque como ocurre en la vida cotidiana es más fácil ganar kilos que perderlos. El gasto social había subido un 7,6%, destacando la partida destinada a la sanidad, con 2.335 millones. El otro día le hacían una entrevista a Mas-Colell, consejero de la sanidad catalana en el Gobierno de Artur Mas, y decía que más que pensar en financiar la comunidad autónoma, hay que poner el acento en financiar la sanidad y la educación. El Principado está en esa línea, como nos anunció Guillermo Peláez, consejero de Hacienda, al concentrar el recorte de recursos en la inversión productiva, que volverá a quedar convertida en la variante pobre del presupuesto, como si el relanzamiento de la economía fuera un objetivo secundario.

En estas estábamos, cuando se conoció el informe de Draghi, todo un aldabonazo a las elites para evitar que la Unión Europea muera por inanición. El trabajo del expresidente del Banco Central Europeo, encargado por Ursula von der Leyen, está confeccionado para que sirva de ruta a la nueva Comisión Europea. Todo lo que cuenta Draghi necesita ser impulsado con una inversión de 800.000 millones de euros anuales. Una apuesta económica expansiva, muy superior a los fondos Next Generation, que estará orientada a cerrar la brecha en innovación que nos separa de Estados Unidos y China, con un enfoque nuevo sobre la descarbonización que implicará muchos más recursos para la industria pesada, y con la mente puesta en volver a ser competitivos con respecto a las dos grandes potencias. El discurso europeo va a girar de los servicios públicos a la producción. Ese fue el inicio de la fabulosa aventura de la unidad europea: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero que dio paso a la Europa de los Seis. El Mercado Común de Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Asturias no va a quedar al margen de ese proceso. Nos toca coger el paso, para transitar de la subvención a la producción.