Segunda jornada del debate sobre el estado de la región. La expectación estaba centrada en Álvaro Queipo, presidente del PP, que se estrenaba en este modelo de debate. Dedicó una primera parte a poner de manifiesto los déficits de la gestión socialista, que sirvió de contrapunto al discurso de la víspera de Adrián Barbón. Una vez que especificó lo que, a su entender, va mal, explicitó las causas: el exceso de burocracia (el Principado tiene un 20% más de entes públicos que hace cinco años) y los elevados tipos impositivos; tenemos uno de los IRPF más altos de España y un Impuesto de Sucesiones que provoca que una cuarta parte de los herederos renuncien a los bienes que les testaron.
Avanzado el discurso entró en el gran tema político: el cupo catalán. Dijo que era el mayor riesgo para el Estado del Bienestar asturiano; en una frase resumió la postura de Barbón: ante el máximo ataque la respuesta más tibia. Le invitó a que «condenara el pacto de la vergüenza», pero el presidente sacó a relucir lo que aprobó la Cámara en 2020, cuando Cataluña no había abandonado el régimen común. Queipo terminó su discurso desvelando «la gran mentira» de la vía fiscal asturiana: 18 millones en subvenciones para personas o colectivos, mientras los contribuyentes pagan 41 millones más por el IRPF, porque el Principado se niega a deflactarlo. Quizás por esa razón la vía asturiana no tenga epígonos en otras comunidades.
Si Queipo tenía muy preparado su discurso, Barbón se sabía de memoria la respuesta. Antes de exponer datos, le recordó que todo eso lo decían Mallada y Canga. Aseguró que un discurso así («catastrofista») sólo lo hace alguien que nunca gobernó, para recordarle que ni siquiera había sido elegido concejal en su pueblo. Y destacó que lo habían nombrado candidato a presidir el Principado delante de Mafalda. Tras un prólogo ‘ad hominem’, difícil de superar, el presidente entró en materia: la deducción fiscal por el primer hijo pasará de 300 a 500 euros, cuando hay dos hijos, de 1.900 a 2.100, etc.
El cara a cara respondió a lo que siempre fueron los choques dialécticos entre los líderes de los dos partidos. Hay una diferencia con el pasado: se acabó la abrumadora mayoría parlamentaria del PSOE. La distancia es sólo de dos escaños. Había un solo diputado de diferencia en 2007, pero entonces estaba IU, con cuatro diputados. El famoso triángulo asturiano donde la suma de dos lados siempre era mayor que el tercero. Ahora, con Vox, el panorama está abierto y lo puede decidir Cataluña.