En la fiesta-mitin socialista de Llanes, Adrián Barbón hizo las primeras referencias a Álvaro Queipo tras el duelo dialéctico que mantuvieron en el debate sobre el estado de la región. No hace falta advertir de que todo lo que se dice en un mitin está amplificado, porque los destinatarios del mensaje son los afiliados y simpatizantes del partido presentes en el acto, a los que hay que entusiasmar para mantener la fe militante. La excepción son los mítines de los líderes nacionales en las campañas electorales, donde el mensaje está pensado para los vídeos que las cadenas de televisión proyectan como arranque de los informativos.
Barbón se considera ganador del debate sobre el estado de la región. Para demostrarlo trae a colación el número de propuestas realizadas en la sesión parlamentaria. Durante el pleno ya había hecho mención a la cantidad de propuestas que presentaba. En una sesión parlamentaria que es esencialmente deliberativa, sin sustancia legislativa, las victorias o derrotas no dependen de la cantidad de propuestas, sino de la calidad de las argumentaciones y la pertinencia de los mensajes. En caso contrario cualquier partido saldría ganador aportando trescientas ocurrencias. Una sesión que lleva por nombre ‘Debate de Orientación Política General’ no se puede reducir a la suma de recetas, sino al acierto al analizar la problemática de la región. La parte más interesante del debate estuvo en el cruce de intervenciones entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. El resto osciló entre lo discreto y lo penoso.
La retórica es una de las fortalezas del político Barbón, y una vez más hizo gala de ella, aderezada de un buen número de informalidades («a mí no me pagan por venir aquí») que darían para escribir jugosas columnas. Queipo estuvo en un nivel más alto que sus predecesores, porque no cayó en el histrionismo y acertó al centrar la crítica en la vía fiscal asturiana y la falta de respuesta del Principado al desafío catalán.
Ante la parroquia llanisca Barbón volvió a calificar a Queipo de «líder provisional de la derecha». La cuestión de la provisionalidad o estabilidad de los líderes está alimentada por algo que sucedió este verano. Empezó a haber ‘run-run’ sobre una posible bicefalia socialista. Para acabar con los rumores, una altísima dirigente socialista le pidió a Barbón que dijera públicamente que se presentaba como candidato a las elecciones autonómicas de 2027. Así lo hizo. A partir de ahí se extendió la especulación sobre el PP.