Esta semana hemos conocido el Informe AROPE que investiga sobre la situación de la pobreza en España y Asturias. Es un trabajo que tiene credibilidad en las instituciones políticas. En Asturias fue presentado en la Junta General del Principado, con la presencia de Juan Cofiño, presidente de la Junta.
Ya hemos hablado un par de veces del informe en estas líneas, no obstante, quisiera referirme a tres aspectos que destacan en el trabajo porque en ellos me voy a apoyar para analizar la cuestión de la pobreza en nuestra región. El primero es que hay 185.000 conciudadanos con unos ingresos por debajo del umbral de pobreza y la mitad de ellos están en unos niveles de pobreza severa. En ese rango sólo se encuentran otras tres regiones.
El segundo tiene que ver con lo que llaman ‘baja intensidad de trabajo por hogar’. Tomando por baja intensidad, todo aquel que solo trabaja el 20% de las horas que podría hacerlo. Somos la segunda región, tras Canarias, con una menor intensidad de trabajo. El tercer aspecto aborda la privación de bienes materiales, donde los asturianos destacan porque la mitad de los que sufren privaciones tienen ingresos por encima del umbral de pobreza.
Para ubicarnos, digamos que Asturias estaba seis o siete puntos por debajo de la media española en porcentaje de pobreza hasta el año 2017, desde entonces nos movemos en parámetros semejantes.
Compasión
Vayamos al asunto. Cualquier observador, ante el escenario que muestra el Informe AROPE, da una respuesta emocional que podríamos concretar en sentir compasión (empatía) por tanta gente, miles y miles de personas, que tienen ingresos reducidos (84.000 asturianos subsisten con menos de 611 euros al mes) y sufren un sinfín de privaciones.
Esa respuesta emocional nos induce a creer que con más cohesión social nadie pasaría frío, hambre y escasez de bienes. La cohesión social más simple se realiza dando dinero las personas que más tienen a las que menos. Es una práctica tan antigua como la limosna. Las obras de caridad del siglo XIX y principios del XX. Si alguien objeta que por esa vía nunca se acabó con la pobreza, podrá otra persona pretextar que los ricos nunca fueron muy generosos, pero con instrumentos coercitivos (los impuestos de la Agencia tributaria) podría haber tales transferencias de dinero que se alcanzaría la sociedad satisfecha, libre de privaciones.
Ese experimento ya se ha hecho en unos cuantos países de todos los continentes, con la excepción de Oceanía, a base de expropiar todos los bienes de los ricos, medio ricos o supuestamente ricos. Hubo sistemas, como la URSS de los bolcheviques, que estaban mucho más preocupados de que no hubiera ricos que de que no hubiera pobres. Y al final, lo único que lograron fue ensanchar el mapa de la pobreza.
Estrategia
Elena Rúa, presidenta de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social, entidad que realiza el Informe AROPE, reiteraba el otro día la «demanda histórica» de que Asturias cuente con una estrategia contra la pobreza. Pues bien, si se quiere que esa estrategia sea eficaz debemos sacar el debate del tándem, rico-pobre, porque en una sociedad avanzada la pobreza se erradica con un sistema económico competitivo que integre a toda la sociedad.
En Asturias hemos optado por un sistema de garantías sociales con un mercado de trabajo muy reducido, al ser la región donde más gente en edad de trabajar no quiere trabajar. Se puede decir de forma más fina: tenemos la tasa de población activa más baja de España. En el informe somos los segundos, tras Canarias, con «menor intensidad de trabajo por hogar». O sea, lo mismo o parecido.
Con una tasa de actividad tan baja es muy difícil reducir la pobreza. En términos generales se vive del trabajo o de las prestaciones sociales (pensiones, Ingreso Mínimo Vital, Salario Social, etc.). Si dejamos a un lado las pensiones basadas en cotizaciones altas, el resto de las prestaciones se mueven en el rango del salario mínimo, con un cierto margen para oscilaciones. Los salarios correspondientes a profesiones u oficios poco cualificados también se mueven en esa banda. Esa es nuestra Asturias.
Riqueza
La estrategia de lucha contra la pobreza fracasará si se basa en planteamientos puramente sociales, financiados por las administraciones. El norte debe ser el empleo, con una visión de largo plazo que debe tener como principal palanca un sistema educativo integrador y con vocación de empleabilidad.
Hay que hacer otras cosas, por supuesto, como atender bien a los ciudadanos y a las empresas desde las ventanillas de las administraciones que se han convertido en un obstáculo para empresarios y autónomos. Se anuncian ayudas, ante una emergencia, y un año más tarde todavía no se pagaron. Se quiere hacer una nave y el día que conceden la licencia hay fiesta familiar. También hay que bajar algunos impuestos (Sucesiones, Donaciones) para que haya más dinamismo económico y así habrá más empleos.
Contribuiría a reducir la pobreza que el Principado asumiera riesgos y dejara a un lado la política timorata que caracterizó a la etapa autonómica. El conservadurismo ha sido un cáncer para nuestro autogobierno. Se pone el énfasis en asuntos anecdóticos (bable), por decirlo de una forma suave, y se da la espalda a las cuestiones (productividad) donde nos jugamos el futuro.
Resumo: la medicina más potente contra la pobreza es el empleo y para acabar con la pobreza tenemos que crear más riqueza.