El otro día, en la Junta General del Principado, decía el consejero de la vivienda, Ovidio Zapico, que se había enterado unas semanas atrás de lo que había en Sedes, ente del sector público del Principado dedicado a la construcción y promoción de inmuebles. Zapico calificaba de «kafkiana» la situación de la empresa, e «insostenible» desde un punto de vista económico, pero veía factible impulsar un plan de viabilidad «con apoyo de los socios». Considera que tiene futuro «como instrumento de apoyo a las políticas públicas de las administraciones».
Sedes pierde dinero en todos los ejercicios, en el último más que en los anteriores porque realizó una mayor contratación de obra y promoción de viviendas. Los contratos cerrados en 2021 eran inamovibles (precio final), y la subida de costes de los materiales en 2022 y 2023 no la pudo repercutir en los precios, así que el agujero se hizo más grande y necesita con inmediatez un préstamo de 2,3 millones para atender pagos. Como en otras ocasiones, me imagino que el Principado salvará la crisis de liquidez y Sedes seguirá su ruta, iniciada en 1947. En plena autarquía tenía algún sentido una constructora pública, pero ahora es una figura anacrónica. Con 78 años de existencia, Sedes está curada de espantos, como lo demostró hace un par de años realizando una ampliación de capital (6,2 millones) con fondos públicos para financiar una compra de pisos en Toledo. No parece que el dinero de los asturianos deba dedicarse a esas actividades. Zapico quiere hacerla viable y el método no es otro que enterrar el dinero de todos en el rescate de una empresa que es más un peso muerto que una palanca.
En la primera legislatura de Javier Fernández (2012-2015) el Principado quiso racionalizar el sector público, fusionando entes, cambiando nombres, etc. Entre las pocas medidas reales estaba la venta de Sedes. La empresa tenía una deuda de 88 millones y 58 trabajadores en nómina. Dos buenos motivos para desprenderse de ella. En los libros de contabilidad las acciones valían 27 millones y las sacó al mercado por menos de cinco. Ningún empresario mordió el anzuelo. Desde la crisis de 2008, Sedes es un zombi. Tenía muchos activos en sus manos y el desplome del mercado los convirtió en deuda. Desde entonces forma parte del trío de la pata quebrada: Sogepsa, ZALIA y Sedes. Los llamados planes de viabilidad de los entes del Principado son, en realidad, planes de mantenimiento. Hay experiencia acreditada en la tarea. Absoluta tranquilidad.