El estado del servicio ferroviario vuelve a asemejarse en Asturias a los tiempos de calamidades. Los trenes están programados y los viajeros aguardan en estaciones y apeaderos, pero el convoy no llega. La escena se repite una vez, dos veces, tres veces, una docena, docena y media, dos docenas. Hasta en cuarenta ocasiones, el pasado lunes, los viajeros quedaron defraudados. En los cuatro primeros días de la semana, cerca de ciento cincuenta frecuencias fueron anuladas. En unas ocasiones no hubo trenes disponibles y en otras el déficit fue de maquinistas, el caso es que los trenes de vía estrecha, que hace unas décadas canalizaban las demandas de comunicación en el área central de la región, en la actualidad juegan un papel marginal.
La situación actual no es nueva. Hace unos meses ocurrió lo mismo. El consejero del Principado, Alejandro Calvo, pidió al Ministerio de Transportes que solucionara el problema creado al anularse frecuencias por falta de maquinistas. Según Calvo, con doce nuevos maquinistas se podría dar un servicio de calidad, con capacidad para cubrir las bajas laborales que se fueran produciendo. Si Salvador Illa, presidente de la Generalitat, pide doce maquinistas, el ministro Puente envía cien a Barcelona, pero Asturias se mueve en otro rango en materia de infraestructuras y de servicios públicos. Renfe tiene más de 15.000 empleados, así que desplazar, aunque sea de forma provisional, unos pocos maquinistas debería ser factible, pero en Madrid no consideraron prioritaria nuestra demanda.
Ahora, con cerca de ciento cincuenta viajes anulados, el Gobierno asturiano permanece en silencio. El único socialista que tomó la palabra fue el diputado Ángel Morales, para decir que «estas situaciones ponen de manifiesto la necesidad de que se desarrolle el Plan de Cercanías en los términos comprometidos por el Gobierno de España, con un volumen de inversión muy importante». El Plan 2017-2025 está a punto de vencer y queda mucho más del 50% por hacer. Ni siquiera el socio minoritario del Gobierno de coalición, IU-Convocatoria, alza la voz. Su diputada, Delia Campomanes, se limita a constatar que «necesitamos una apuesta clara por las Cercanías». Delia es empática: «Entendemos el malestar de los usuarios». Así liquida nuestra izquierda, la mayoritaria y la minoritaria, el escándalo de la anulación de docenas de trenes por falta de convoyes, maquinistas, recambios, etc. Ya sé que en Extremadura están peor, pero no sirve de consuelo.