Del debate sobre las enmiendas a la totalidad, presentadas por PP y Vox, lo más destacado fue el capítulo fiscal, por la importancia de la materia en Asturias, donde hay un cuestionamiento global del modelo impositivo, y por las intervenciones que hubo con frases polémicas.
Álvaro Queipo hizo un análisis comparativo de los tipos fiscales que rigen en Asturias y en las regiones vecinas. Explicó que un jubilado con 25.000 euros de pensión tributa por IRPF un 10% más que en Cantabria y el 6% más que en Galicia. Ejemplos similares puso del Impuesto de Sucesiones y Donaciones, y de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, etcétera. En todos, o casi todos, salen malparados los asturianos con respecto a gallegos, castellanos o cántabros.
El consejero portavoz, Guillermo Peláez, especialista en la materia (inspector de Hacienda), descalificó la propuesta fiscal del PP con dos argumentos: beneficia a los ricos (las rentas a partir de 56.000 euros tienen un tratamiento más favorable) y desarma al Principado, que dejaría de recaudar 63 millones de euros. Llegados a este punto preguntó: ¿dónde recorto?
Recortar
Al parecer, esa pregunta la hacía con frecuencia Javier Fernández a sus interlocutores cuando le hablaban del gasto corriente. Hay una respuesta inicial que brota sola: los gobernantes, con el respaldo de la Administración, son los que deben saber donde se puede recortar. En la situación actual, con un gasto corriente al alza y el mantenimiento intacto del bosque de empresas y sociedades públicas (docenas de ellas) dependiente del Principado la pregunta se convierte en retórica. La masa salarial crece a un ritmo superior a los cien millones al año. El presupuesto contempla la creación de 487 empleos en la Administración autonómica durante este año. Como ya hemos dicho en una ocasión: una cifra equivalente a la dotación de personal de una o dos grandes empresas. En cuanto las empresas públicas, algunas arruinadas, el Principado no sólo carga con ellas, sino que destina fondos, una y otra vez, para reanimarlas: Sedes, Sogepsa, Zalia. En vez de endurecer la dieta fiscal, lo sensato, pensando en los ciudadanos, sería recortar gastos excesivos o inútiles.
Vamos con la dieta fiscal. Es un tanto arriesgado la crítica de favorecer a los ricos, cuando se diseña el modelo fiscal más severo con los pobres. En el tramo autonómico del principal impuesto, IRPF, el mínimo a pagar es del 10%, siempre que la renta sea inferior a los 12.405 euros. En ninguna otra autonomía se exprime tanto a las rentas más bajas. Sólo Cataluña lo supera (12%), pero con un matiz: ese porcentaje se aplica a todas las rentas inferiores a 17.707 euros, donde hay muchos contribuyentes, sin duda, con recursos escasos, pero en una situación económica más desahogada que los asturianos. Si vamos al otro extremo, nos encontramos con que el Principado aplica el 25,5% a las rentas superiores a los 85.000 euros. Solo Valencia, La Rioja y Valencia tienen un tipo más alto. Así que el Principado exprime bien a pobres y ricos. ¿Sólo a ellos? ¿Y a la siempre sufrida clase media? Pues también: en el tramo de ingresos entre 30.000 y 45.000 euros disputamos a Cataluña el dudoso honor de tener el tipo más alto.
Pódium
¿Qué decir del Impuesto de Sucesiones, donde somos líderes absolutos, o en Donaciones, que vamos en los puestos de cabeza? En Actos Jurídicos Documentados, Asturias tiene un tipo del 1,2%, cuando el estatal es del 0,5%. En definitiva, el Principado sube al pódium de la fiscalidad alta, junto con Cataluña y Baleares.
Como las cifras son inapelables, el Principado se ha inventado una pintoresca vía fiscal asturiana a través de una serie de subvenciones que benefician, modestamente, a algunos colectivos e ignoran al resto. El Gobierno realizó sesenta y cuatro cambios normativos: 25 en el IRPF, 2 en el Impuesto de Patrimonio, 16 en Sucesiones y Donaciones y 21 en Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados. El Consejo General de Economistas de España, analizando la fiscalidad asturiana, dice que «ninguna de esas modificaciones supuso un cambio sustancial». Y añade: Asturias cuenta con una regulación amplia y profusa, pero «tiene escasos beneficios y afecta a pocos contribuyentes».
Milei
La vía fiscal asturiana es puro relato carente de contenido, que intenta fidelizar políticamente a algunos colectivos y, sobre todo, tapar la realidad de una región con tipos impositivos altos y un IRPF sin deflactar, al contrario de otras diez comunidades autónomas que deflactaron su impuesto sobre la renta, pese a tener una presión fiscal más baja. Para el futuro de Asturias no veo otro debate parlamentario más necesario que el del modelo fiscal.
En la Junta General del Principado, Guillermo Peláez afirmó que las enmiendas del PP y Vox estaban «completamente coordinadas»: el PP pidiendo rebajas fiscales para los ricos y Vox explicando las consecuencias de la bajada de impuestos. En los dos últimos mandatos, sólo hubo iniciativas coordinadas entre PSOE e IU. También se dieron favores parlamentarios de los socialistas a Ciudadanos y Foro.
Peláez se fue arriba en busca del titular de la jornada: «lo que quieren aplicar es la motosierra de Milei». Las diputadas Dolores Carcedo y Covadonga Tomé, más escasas de recursos, se acogieron a la metáfora de la herramienta de podar para atacar a la derecha. Conclusión: motosierra para el infierno fiscal.