Antonio Trevín Lombán reunía unas características que lo diferenciaban del resto de líderes del socialismo asturiano. A diferencia de ellos fue un autodidacta en política. No pasó por la academia de las cuencas mineras, ni estuvo en esa escuela de cuadros políticos que fue Ensidesa. Todo lo aprendió de la observación directa de la realidad.
En las elecciones municipales de 1983 obtuvo el acta de concejal en Llanes. Ya estaban presentes los dos componentes de su actividad pública: la militancia socialista y la aguja de su brújula orientada hacia Llanes. Una vez dentro del partido, Trevín no se ubicó, como tantos dirigentes socialistas, en el oficialismo de los valles mineros o en la alternativa de los renovadores, sino que lideró la llamada tercera vía con sindicalistas del metal.
Turismo
Trevín no se integró en el statu quo del socialismo asturiano porque tenía otras ideas. Y llegamos al contenido político. En una época en que la FSA tenía como monotema la reindustrialización, Trevín abrió el frente del turismo. Le estoy oyendo decir, «en el partido hay seis dirigentes, por lo menos, que saben todo sobre industria, pero en el turismo nadie piensa».
En 1987 cambió la historia de Llanes. Trevín ganó la Alcaldía por mayoría absoluta. Si en las elecciones municipales de 1979 y 1983 se había impuesto la derecha, tras el primer triunfo de Trevín se convirtió Llanes en plaza fuerte del socialismo.
Cuatro veces venció por mayoría absoluta en los comicios municipales. En la última ocasión, las elecciones de 2003, Llanes y San Martín del Rey Aurelio fueron los únicos ayuntamientos de más de 10.000 habitantes donde el PSOE logró mayoría absoluta.
La contundencia de sus cuatro victorias y el papel que jugó al frente de la tercera vía, convirtieron, de facto, a Trevín en el líder del oriente. La pujanza de Llanes, gracias al turismo, hizo que sea el municipio con menos paro femenino.
La amistad con Alfredo Pérez Rubalcaba facilitó su entrada en el Congreso de los Diputados. En esos años nació su preocupación por el dibujo territorial y electoral asturiano: la región como ave con dos alas. El símil estaba presente desde el inicio de la etapa autonómica, pero él creía que había ido perdiendo vigencia.
Educación
Al estar muchos años en política le tocó participar en distintas batallas. En todas dio la cara. La primera la tuvo como director provincial de Educación (1985-1987); eran tiempos de huelgas y reivindicaciones estudiantiles. Trevín bajó a la plaza para hablar con ellos. En esa misma Plaza de España de Oviedo se manifestaron los maestros hace mes y medio. Durante cinco días nadie se atrevió a bajar a la calle para escuchar sus quejas.
La batalla más importante de su carrera política fue el plan de urbanismo de Llanes. El proyecto presentado por el Ayuntamiento ampliaba las zonas de construcción de viviendas. Surgieron protestas de todo tipo. El claustro de la Universidad de Oviedo rechazó el plan, y eso que en aquella época el ‘alma mater’ no actuaba como ahora, que se mete en todos los fregados. Se convocó una manifestación a la que se sumaron los secretarios generales de CC OO y UGT. Acudió bastante gente, pero muy pocos vecinos de la villa. Al final era una protesta de veraneantes, propietarios de segundas viviendas y, por supuesto, ecologistas, colectivos de la izquierda radical, etc. Los llaniscos tenían por primera vez la posibilidad de obtener plusvalías de sus terrenos. Trevín defendió su propuesta, pero el plan de urbanismo quedó en el intento.
Villa
Fue presidente del Gobierno asturiano con el visto bueno de José Ángel Fernández Villa. Sin la anuencia del líder del SOMA no hubiera sido investido presidente. No congeniaron. El punto de no retorno en la relación llegó cuando el SOMa convocó una manifestación por el empleo en Mieres y el presidente del Principado no acudió. Nadie había osado hacerle un feo semejante al hombre fuerte del socialismo asturiano.
En 1995, faltaban dos meses para las elecciones autonómicas y el PSOE no tenía candidato. Por fin se reunió la dirección para elegirlo. Trevín no asistía porque no formaba parte del equipo directivo. Los dirigentes del SOMA lo tenían claro: «Luis». Una y otra vez apelaban a Luis Martínez Noval, secretario general de la FSA. La reunión se alargaba y Trevín esperaba noticias en la calle. Avanzada la noche se impuso la lógica y el presidente del Principado fue el candidato del PSOE. Como el aparato lo había hecho todo para perder, perdieron.
Sánchez
La penúltima batalla de Trevín fue con Pedro Sánchez. En las elecciones primarias de 2014 la disputa estaba entre Sánchez o Madina, al que respaldaba la mayoría de la FSA. Trevín había tenido varios desencuentros con Madina en el Parlamento y apoyó a Sánchez.
Una vez ganadas las primarias, Pedro Sánchez tanteaba a Trevín, que era una forma de sondear a Rubalcaba. Cuando hizo falta hablar claro, Trevín explicó, ante el líder del «no es no», la postura de Estado que significaba abstenerse ante la investidura de Rajoy. Y se fue para casa.
La última batalla fue hace un año para recuperar la Alcaldía de Llanes. Ganó las primarias en el PSOE y volvió a ganar en el Ayuntamiento, con casi trece puntos de ventaja, sobre Vecinos por Llanes. La alianza entre izquierda y derecha le dejó como líder de la oposición mientras tuvo vida.
Termino el artículo con una abrumadora sensación de culpa por no haber compartido un último café.