Para el mejor conocimiento de la problemática de la tercera edad (más de 65 años) y las medidas asistenciales que se deben aplicar, el Principado ha solicitado a Cecoec (Laboratorio para la Creación del Centro de Competencia del la Economía del Cuidado de Larga Duración y el Envejecimiento Activo) elaborar una encuesta que sirva de material para diseñar cuidados que estén adaptados a las necesidades de cada persona. En la actividad están implicados la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar, así como las cámaras de comercio de Gijón, Oviedo y Avilés, y cuenta con financiación de los fondos europeos.
Las opiniones de los propios interesados son obviamente importantes, porque ellos sufren los déficits y carencias inherentes a la edad avanzada, pero no menos importante es la concienciación de la sociedad y de las instituciones. En una región muy envejecida como es Asturias, una de las tres con mayor población por encima de los 65 años (Galicia y Castilla y León son las otras dos), las demandas de la tercera edad están llamadas a constituir, a corto plazo, uno de los principales problemas de la comunidad autónoma. Van a ser necesarios muchos recursos humanos y materiales para poder atender debidamente las peticiones de los mayores. Hace muchos años ya se sabía lo que iba a pasar, pero no se tomaron medidas. Recuerdo una entrevista, en 1995, en que un diputado de la Junta General del Principado me decía que nos «viene un tsunami de la tercera edad que nos va a superar». En esas estamos.
Además de recursos, hay que actuar con inteligencia y valentía. La tercera edad es un colectivo heterogéneo. No podemos prescribir para todos la misma dieta. Los investigadores que trabajan con el envejecimiento dicen que hay personas que hasta los 75 años tienen intactas sus facultades. Es evidente que no se puede decir lo mismo de otros muchos. Sin embargo, en nuestra sociedad la vida activa acaba a los 65 años. A partir de entonces tienen que oír continuamente que «toca descansar». Creo que la primera ayuda para las personas de la tercera edad debe venir de los de su propia generación. Hay que crear incentivos, cauces y programas para ello. A todas las edades ser útil es una de las formas más gratificantes de realización personal.
Tras la pandemia se hablaba de cambiar el modelo de geriátricos, apostando por pequeñas unidades. Esa propuesta, hasta la fecha, no ha superado el umbral del enunciado teórico. Está casi todo por hacer. Hay que implicar a más instituciones y ciudadanos. Ya.