Aunque todavía no se puede hacer balance del turismo en el mes de agosto porque acaba de finalizar, sí hay datos reveladores sobre la actividad. La oferta para el viajero era más potente que nunca, con 133.387 plazas de alojamiento. La demanda respondió desde los meses anteriores, pese a la subida de los precios, pero a mediados de mes la tendencia se quebró, en el oriente, por la inquietud creada por los incendios. El incendio en Camarmeña, primero activo y luego estabilizado, durante la segunda quincena, junto a la prohibición de transitar por la ruta del Cares, hizo que las cancelaciones crecieran de una forma inesperada. El turismo es una actividad sensible a cualquier perturbación (atmosférica, económica, social) y se retrae ante las adversidades. En el centro de la región, Gijón, Oviedo y Avilés, se mantuvo la demanda.
Los precios en el sector hotelero aumentaron el 7,3% desde el pasado año. Si tomamos como referencia 2019, el año justo antes de la pandemia, la subida fue del 30%. La respuesta de los clientes consistió en reducir el tiempo de estancia en los hoteles. El encarecimiento de las pernoctaciones está influido por dos factores que no gravitaban en la misma medida que ahora hace seis o siete años: la llegada de turistas extranjeros, sobre todo de Francia, y la búsqueda de regiones con temperaturas más benignas. Las olas de calor de los últimos años hicieron que el 42% de los turistas que las sufrieron en las regiones mediterráneas y el centro de España no repitieran destino. El norte se ha puesto de moda para pasar las vacaciones estivales, aunque en este mes de agosto varias localidades asturianas llegaron, puntualmente, a superar los 40º.
El turismo es la gran industria nacional. Lo fue desde sus inicios, en los años sesenta del pasado siglo, y los es actualmente tras haber superado la mayor recesión económica desde la crisis de 1929 y la pandemia más mortífera desde la gripe española de 1918. El turismo tiene margen de crecimiento, especialmente, en las regiones del norte, como Asturias. Es preciso crear más infraestructuras para poder absorber la demanda. No se puede hablar de saturación cuando basta dar una vuelta por la región para ver el potencial turístico que está por desarrollar. Es preciso que el Principado asuma esta realidad, porque en caso contrario, si el Gobierno regional pone el letrero de ‘lleno’ no habrá más inversiones ni se mantendrá el empleo. Sería un grave error, pero los prejuicios forman parte del núcleo duro de las ideologías.