El martes vuelven los alumnos a las aulas. El curso se inicia con el recuerdo de las grandes movilizaciones de maestros y profesores de las redes pública y concertada. La nueva consejera de Educación, Eva Ledo, aprovechó el escaso tiempo que tuvo para apagar los fuegos. Ofreció diálogo y trabajo en equipo con el comité de los directores de centros de la red pública. Desde que el Principado asumió las competencias educativas, ningún consejero planteó una propuesta semejante de gestión colectiva.
Acertó en desbloquear el diálogo con los docentes de la red concertada, al ofrecerles un incremento moderado en los salarios que estaban sin actualizar desde 2015 (el complemento autonómico desde 2009). Los sindicalistas aceptaron posponer otros objetivos, con tal de normalizar la relación con la Consejería de Educación.
Estilo
En las reuniones de la consejera y los miembros de su equipo con directores de centros de todas las etapas educativas, se visualizó un nuevo estilo de trabajo, con una puesta en escena coral en la exposición de las temáticas y gran solvencia al contestar a las preguntas de los directores de centros.
Me llama la atención que Adrián Barbón haya tardado seis años –dos ceses de consejeras y líos sin cuento– en encontrar una consejera con un equipo que está a la altura de los retos de la Educación en nuestra región. El presidente no tiene que conocer a todos los asturianos, pero el entorno sí debería informarle sobre el personal capaz de liderar el trabajo de las consejerías.
La consejera proyectó un plan de trabajo para dos años. El tiempo que resta de legislatura. Dos años (dos cursos) que son muy importantes por la situación en que se encuentra la educación en España y en Asturias. Otro día hablaremos de ello. Hoy vamos a fijarnos en los objetivos institucionales marcados por la Consejería de Educación para este curso.
Creo recordar que Eva Ledo dijo que no tuvieron tiempo para hacer una circular de inicio de curso como le hubiera gustado. Leído el documento podemos calificarlo de continuista, con enfoques que se repiten curso tras curso, sin que nadie se haya tomado la molestia de ir a los centros para ver si tienen alguna virtualidad.
Se establecen diez objetivos institucionales que «servirán de referencia obligada para el trabajo que habremos de abordar a lo largo del curso». Pues bien, la mitad de ellos tienen que ver con la salud (bienestar emocional, convivencia sana), las visiones ideológicas (Agenda 2030) o la sociabilidad (colaboración con otros colegios, familias, la coeducación). Este último objetivo, la coeducación, es un logro alcanzado hace décadas en la escuela asturiana. La convivencia de niñas y niños está completamente normalizada; sin embargo, desde la Consejería de Educación se plantea todos los años como si fuera un desiderátum. Me malicio pensando que a lo mejor es que hay gente que vive de ello.
Conocimientos
La otra mitad de los objetivos tienen que ver con los conocimientos: desarrollo integral de los niños entre cero y tres años, aprendizaje de lenguas extranjeras, fomento de las lenguas vernáculas, impulso de la formación profesional. Otro curso en el que no está entre los objetivos institucionales alguna materia relacionada con los aspectos centrales del conocimiento en la etapa escolar.
Hay que ir al apartado de programas para encontrar el refuerzo de la Competencia Matemática y el programa de refuerzo de la Comprensión Lectora. Dos asuntos insoslayables para el progreso intelectual de cualquier alumno. Al leer cómo se realizará esa actividad nos encontramos con que sólo habrá esos programas de refuerzo en algunos colegios. La coeducación y el eonaviego para todos, el refuerzo en matemáticas y comprensión lectora para algunos.
La mejora en estas materias troncales es un empeño de la Unión Europea que ha establecido para 2030 que el porcentaje de jóvenes de 15 años con bajo rendimiento en comprensión lectora, matemáticas y ciencias sea inferior al 15%. En las últimas pruebas de PISA, Asturias todavía no cumplía ese objetivo.
Digital
Dejé para el final el objetivo institucional de las competencias digitales: «desarrollar las competencias digitales de profesores y alumnos promoviendo un uso responsable y crítico de la tecnología». No hace falta leerlo dos veces para darse cuenta de que es un planteamiento a la defensiva.
El curso 2025-2026 tiene carácter transitorio para que los colegios que apostaron (invirtieron) por la digitalización de la enseñanza puedan hacer el camino de vuelta hacia la docencia analógica.
Es un tema transcendental que se ventiló el curso pasado como si fuera un asunto menor. La decisión de Ayuso en Madrid y el informe de los expertos de turno sirvió para que ordenadores y tabletas queden reducidos a «herramienta complementaria para actividades concretas en el aula». Cuidado con lo que se hace en esta materia porque la brecha digital puede inhabilitar más que cualquier otra carencia para tener empleo en los próximos años.
No mezclemos acoso, pornografía, violencia, etcétera, con aprendizaje digital. Me gustaría que los especialistas explicaran por qué las pequeñas pantallas dañan el cerebro de los niños y las pantallas de las televisiones del siglo XX, de 32 pulgadas, resultaban inofensivas a los infantes de entonces, pese a contemplar diariamente, durante horas, películas de terror a un metro de distancia.