Javier Fernández abordó un asunto de gran actualidad y enjundia económica, como es la capitalización de las cajas de ahorro. El secretario general de la FSA señaló que algunas entidades tienen necesidades urgentes de capitalización y pretenden recurrir para ello a la emisión de cuotas participativas, dando entrada al capital privado. Según el máximo dirigente de los socialistas asturianos, si esas cuotas participativas llevan incorporados derechos políticos (tener representación con voz y voto en los órganos de dirección de la entidad en función de la cuantía de las cuotas participativas suscritas) las cajas de ahorro quedarían desnaturalizadas. En cualquier caso, Javier Fernández anticipó que Cajastur no tenía necesidad de explorar esa vía. En cuanto a la posibilidad de limitar la participación de cargos políticos en los consejos de administración de las cajas, el secretario general de la FSA recordó que los nombramientos propuestos por su partido tenían una acusada dimensión profesional.
Veinte cajas de ahorro arrojaron pérdidas en el último trimestre de 2009. La necesidad de capitalización, común a todo el sector financiero, es perentoria en el caso de las cajas pero carecen de instrumentos adecuados para ello. Cuando un banco necesita captar capital emite acciones, que son títulos que cotizan en el mercado y pueden servir como medios de pago y son muy fáciles de endosar. Las cajas captan recursos ajenos, mediante los depósitos, pero son un producto distinto. Las cuotas participativas jugarían en las cajas el papel de las acciones para los bancos. No se trata de un invento español, y como la necesidad de incorporar recursos en el balance de las entidades resulta inexcusable para contrarrestar la depreciación de los activos, es factible que la nueva regulación de las cajas deje expedita esa posibilidad.
Las cajas de ahorro son entidades más cercanas para el público que los bancos. La ligazón al territorio y el retorno de los beneficios a través de programas sociales y culturales les dan un aire socializante y ajeno al espíritu de lucro. Más allá de las urgencias del momento, sería bueno para las cajas tratar de preservar esa imagen, pero pudiendo competir con los bancos en la captación de capital y contando con gestores que conozcan el negocio, en vez de políticos en búsqueda de dietas.