La crisis de Cogersa entró en el turno de preguntas al presidente en la Junta General del Principado. Un caso de celeridad encomiable. El presidente del PP, Álvaro Queipo, se acogió a la premisa de que la «actualidad manda», propia del periodismo, para abordar el asunto. En la pasada legislatura se tenían que registrar las preguntas con cinco días de antelación, una forma como otra cualquiera de enfriar los temas candentes. Con la reforma del reglamento, cabe introducir preguntas el día anterior, siempre que sean de «especial actualidad», pudiendo sustituir a otra que estuviera ya registrada. Para evitar que el equipo del presidente sufra estrés laboral, sólo se puede hacer una sustitución en cada sesión de preguntas al presidente. Algo es algo.
Los portavoces de la oposición, Álvaro Queipo (PP) y Adrián Pumares (Foro) pidieron al presidente del Principado el cese de Nieves Roqueñí, consejera de Transición Ecológica e Industria, así como presidenta del Consorcio para la Gestión de Residuos Sólidos. Adrián Barbón indicó que existe una investigación interna abierta y que «tomaremos decisiones» una vez conocido el resultado de las pesquisas. En lo que pudiera ser un intento de disculpar a Roqueñí, afirmó que nunca se había hablado en el consejo de administración de Cogersa de la carencia del seguro de daños en las naves, con la excepción de un comentario realizado por la gerente, Paz Orviz, sobre el seguro de una nave concreta (la planta de residuos peligrosos). Añadió que en el consejo de administración había representantes del PSOE, PP e IU que no dijeron nada. En esa reunión, como en tantas otras, lo más notable de los alcaldes consejeros fueron las ausencias. Por su parte, Queipo dedicó a Barbón un consejo premonitorio: «Corte la hemorragia o la crisis reputacional se lo va a llevar a usted por delante».
La reunión extraordinaria del consejo de administración fue decepcionante. Las fotos ya lo anunciaban, con esas caras tan sonrientes que daban a entender que se trataba de un trámite rutinario para contentar a IU. Roqueñí ordenó a la gerente «una investigación interna para saber las causas por las que hemos tardado tanto en saber». La investigación debería ser externa, porque hace falta distanciarse de todo el despropósito para tener una visión objetiva. Ahora bien, si quieren reducirlo a un desencuentro entre jefes y subordinados, seguro que el consejo de administración quedará satisfecho.