En la Junta General del Principado continuó el turno de comparecencias sobre el proyecto de ley del Principado de ajuste fiscal. El PP anunció que sólo apoyaría al proyecto si se reestructuran las empresas públicas. El partido de la oposición insiste en el tema preferido de la presente legislatura: los llamados “chiringuitos socialistas”. Es un asunto recurrente sobre el que han girado docenas de debates parlamentarios. En una época marcada por una política presupuestaria de reducción de gastos la simplificación de las estructuras de la Administración es una orientación correcta. Ahora bien, la supresión de las empresas públicas no puede ser utilizada como un comodín que soluciona cualquier problema. El déficit del Principado, como el de la Comunidad Autónoma de Madrid o el Cataluña, debe ser corregido primordialmente con la reducción de gastos de las consejerías. Creer que hay otras vías alternativas es engañarse. Cuervas Mons afirmó que los problemas económicos del Principado son fruto de los sobrecostes de las obras públicas. Ojalá las dificultades financieras de la región estuvieran basadas en los sobrecostes del Huca. La realidad es mucho más grave: la recaudación tributaria ha disminuido en 400 millones de euros y el gasto de los servicios públicos -sobre todo en Sanidad y Bienestar Social y Vivienda- ha crecido de forma espectacular en los últimos ejercicios.
En el turno de intervenciones, Jaime Rabanal llegó a decir que aunque se renunciara a las inversiones habría que hacer, igualmente, un recorte de gastos. La caída de los ingresos y la factura de los servicios públicos han llevado a todas las regiones a tirar del recurso de la deuda, que alcanza una cifra global cercana a los 100.000 millones de euros entre las diecisiete comunidades autónomas. No es posible compensar el aumento del gasto con más deuda, porque el nivel de crédito está agotado. Que se lo digan al tripartido catalán que no encuentra intermediarios financieros que le adelanten dinero.
Hay una razón concreta en Asturias que obliga a afrontar sin dilaciones el recorte de gastos. Fruto de las exigencias de IU, el presupuesto de 2010 es mayor que el de 2009. En el año de mayor recesión desde la guerra civil se aprobó un mayor volumen de gastos. Ahora les tocará a los socialistas pagar la factura. Tal vez lo hagan en solitario.