En la ceremonia institucional, con motivo del 46 aniversario de la Constitución, Juan Cofiño abordó el tema de fondo que envenena la política española: la cuestión territorial. El presidente de la Junta General del Principado se declaró partidario del modelo federal de Estado para evitar el retorno del centralismo y acotar las aspiraciones disgregadoras de los partidos nacionalistas. Pedro Sánchez y Adrián Barbón, entre otros dirigentes socialistas, también han hecho repetidas declaraciones a favor del federalismo, como forma más adecuada de asentar el proceso de descentralización de competencias y recursos fiscales llevado a cabo en las últimas décadas. El ancla a la que se agarraría la transformación jurídico-política, desde el Estado Autonómico al Estado Federal, sería la Constitución de 1978. Para Juan Cofiño nuestra carta magna se diferencia de las anteriores en su voluntad de consenso y en el afán integrador. En la visión del presidente del Parlamento el traje federal sería una defensa ante la deriva confederal que llenaría de asimetrías las formas de gobierno y los recursos fiscales de los distintos territorios.

En el debate político están borrosos los conceptos básicos porque se tergiversan a diario. El Estado Federal es un Estado unitario, como lo es el Estado Autonómico. El poder central es muy fuerte en el Estado Federal; en alguna medida tiene más poder de decisión que en el modelo autonómico. Sirva de ejemplo que los impuestos sobre la renta en Estados Unidos los recauda el poder central, mientras que en nuestro modelo autonómico el Estado no recauda ningún impuesto en el País Vasco y Navarra. Y según el pacto firmado por ERC y PSC, para investir presidente de la Generalitat a Salvador Illa, el Estado dejará de recaudarlos en Cataluña. El modelo confederal es cualitativamente distinto al Estado Autonómico y al Estado Federal, al articularse sobre estados independientes que se unen para distintos objetivos.

Fruto de la confusión interesada, Pedro Sánchez habla del modelo federal, pero hace política y llega a acuerdos como si tuviera como meta la confederación. El Estado está completando la retirada de algunos territorios y ese hueco lo ocupará una estructura nacionalista a la que da miedo ponerle nombre. Entiendo la propuesta de Juan Cofiño, pero no sé si las fuerzas centrífugas perderán energía cambiando autonomías por federalismo. En lo que no cabe duda es en la receta: jarabe constitucional frente a independentismo y populismo.