El PP ha presentado una enmienda a la totalidad del proyecto de ley de ajuste fiscal. El partido de la oposición rechaza el proyecto, porque discrepa de los incrementos fiscales y de la bajada de salarios de los empleados públicos. Rajoy rechazó el plan contra el déficit público que presentó Zapatero, porque congelaba las pensiones y recortaba las nóminas de los funcionarios, y Ovidio Sánchez, alineado con su jefe, critica el proyecto de Areces, por subir los impuestos y disminuir los sueldos. Desde la oposición es muy fácil pedir la revalorización de las pensiones, el incremento de los salarios y la bajada de los impuestos. Los votantes no quieren perder ni un euro de sus retribuciones económicas ni que la Administración les quite parte del dinero (tributos) después de haberlo ganado. Ningún partido renuncia a hacer electoralismo, aunque el guión se tuerce cuando el público aprecia que la estrategia se trata de un mero recurso para seducir al cuerpo electoral. Como Merkel y Cameron (derecha) hacen los mismo que Zapatero y Areces (izquierda), sólo los ingenuos pueden imaginar que si Rajoy y Ovidio Sánchez alcanzaran el poder llevarían a cabo una política presupuestaria que no incluyese rebajas de nóminas, congelación de pensiones y algún tipo de subidas fiscales. Dicho de otra manera: los llamados “partidos de gobierno” no tienen margen en Europa para ejecutar una política distinta. Lo que hay que reconocer en el caso asturiano es que la posición del grupo de Ovidio Sánchez no está basada, como otras veces, en ninguna ocurrencia particular, sino que se inscribe en la estrategia general del PP en toda España.
La preocupación para el grupo mayoritario del Gobierno no está en la enmienda a la totalidad registrada por el PP, sino en lo que haga su socio. IU tiene tres opciones: presentar una enmienda a la totalidad, elegir un numeroso paquete de enmiendas parciales que apoyadas por el PP acabarían por hacer irreconocible el proyecto de ley del presidente Areces, o fiarlo todo a la negociación extraparlamentaria entre los dos socios de Gobierno.
La actitud de los sindicatos puede condicionar la actuación de IU. La huelga de los funcionarios ha provocado un cambio radical en las relaciones de Zapatero y las centrales sindicales. Ese distanciamiento no se ha producido entre Areces y la cúpula de las dos centrales.