Semana clave para el futuro del Gobierno de coalición y verano de incertidumbres para la oposición. La Junta General del Principado va a debatir el proyecto de ley sobre el ajuste fiscal. En el seno del Gobierno regional los dos consejeros de Izquierda Unida han hecho saber que no están de acuerdo con el contenido del proyecto, pero ahora toca fijar postura parlamentaria: enmienda a la totalidad o enmiendas parciales. La primera alternativa supondría la salida de facto del Gobierno y la segunda sólo adquiere sentido si esas enmiendas o modificaciones del texto se pactan antes con el socio mayoritario. En caso de no llegar a un acuerdo en privado la postura de IU sería la enmienda a la totalidad. No dejaría de ser un tanto chusco que dos socios de Gobierno alcancen el acuerdo en el Parlamento, a través de un sinfín de enmiendas parciales, tras ser imposible el entendimiento directo sin intermediarios.
Del plan de ajuste fiscal a los dirigentes de IU les molesta el recorte de sueldos a los empleados públicos. Basta ver la postura tomada sobre este asunto por los concejales de IU en el Ayuntamiento de Gijón, que por primera vez disintieron del proceder de la alcaldesa. Vamos a precisar más. A IU le resulta incómodo dar el visto bueno a un recorte de sueldos que choca con los intereses de las centrales sindicales, en un momento en que los propios sindicatos en la Administración del Principado pasan por una situación delicada porque los funcionarios ven reducidas sus nóminas siguiendo las pautas de progresividad marcadas por el Gobierno, mientras los empleados con contrato laboral, con alto índice de afiliación sindical, no tienen esa posibilidad porque las centrales no dieron el visto bueno al plan en la mesa general de negociación. Más claro: los famosos funcionarios mileuristas sólo pierden el 1,95% de su sueldo, mientras que los laborales mileuristas ven mermada su nómina en un 5%. Difícil de digerir.
Impuestos
La mejora de los ingresos por el incremento de impuestos es una pretensión genuina de IU. La plantea en cualquier territorio con independencia de la coyuntura económica. Siempre hay ricos que pueden aportar más. En las actuales circunstancias, la subida impositiva a las clases acomodadas se presenta como una compensación por los sacrificios de los trabajadores. Los socialistas ya introdujeron en el proyecto de ley una subida generalizada de impuestos para facilitar el acuerdo con IU. Queda como punto de fricción el gravamen extra para las rentas de trabajo elevadas, que en el plan de Areces se fija a partir de 100.000 euros, e IU quiere que la penalización empiece en los 60.000 euros. En Extremadura los socialistas pusieron el límite en los 60.000 euros e IU se acoge a ese precedente. Es una cuestión de imagen: los socialistas quieren presentar una faz moderada e IU prefiere un sesgo radical. No creo que se trate de una cuestión para romper el pacto de gobierno, sobre todo a la vista de la opinión de Antonio Pino, secretario general de Comisiones Obreras de Asturias, que hoy declara en EL COMERCIO que «A CC OO le vale que el tramo de IRPF se suba a partir de los 100.000 euros».
Escollo
El verdadero escollo está en el ajuste de gastos en las consejerías de Izquierda Unida. Se puede recortar todo el presupuesto del Gobierno, pero no cabe reducir un euro de los departamentos que gestiona el partido minoritario. Ese fue el planteamiento que estuvo presente al negociar el presupuesto de 2010. En este punto concreto, Álvarez Areces apenas tiene margen de maniobra. IU no va a poder ejecutar el gasto social que esperaba, pero ese es el drama de todos los partidos de gobierno en Europa. En cuanto a los socialistas, una vez que Zapatero cambió el rumbo, no cabe andar con vacilaciones. IU está sumida en dudas, porque las encuestas le pronostican un resultado bueno en España, pero en Asturias teme pagar un peaje electoral por contribuir a la gobernación. En lo que resta de mandato no tendrán otra ocasión tan propicia para descolgarse del Gobierno regional.
Incertidumbres
El PSOE está a la espera de saber si terminará la legislatura acompañado o solo. En cualquier caso, la hoja de ruta ya está escrita y será la misma con IU en el Gobierno que con IU en la oposición. Más allá de esta cuestión, la única incógnita a despejar en lo que queda de legislatura es la personalidad del próximo candidato al Principado. En esta materia los socialistas tienen una liturgia muy pesada, con la obsesión por los calendarios, de modo que aunque cayera un meteorito mantendrían el programa previo: propuesta oficial de la FSA, consulta con Madrid, etcétera. No hay otro partido tan celoso de su intimidad.
El PP también tiene un calendario, pero todo es mucho más elástico, prueba de ello es que ya se sabe el candidato de la mayor parte de las comunidades autónomas. En Asturias se desconoce el nombre, pero hay constancia de un problema: la tensión latente entre la dirección nacional de Mariano Rajoy y Álvarez-Cascos. En los últimos meses, el nombre del candidato es lo único que preocupa a la organización asturiana, una vez que se posicionaran los doce alcaldes y un tercio de los diputados. En estos momentos la cuestión se puede resumir así: en Madrid no quieren oír y desde Asturias no se quiere gritar. El PP asturiano, aun con las encuestas a favor, siempre es un baúl de sorpresas.