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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA AUTOVÍA, IRRENUNCIABLE

La visita de José Blanco, el pasado miércoles, para inaugurar el tramo Grado-Doriga de la llamada “autovía del interior” (Oviedo-La Espina) ha sido muy clarificadora para conocer los planes del ministro sobre las infraestructuras de transporte en Asturias. Con la excepción de la variante de Pajares, todas las obras sufrirán retrasos, aunque lo más preciso sería decir que van a ser reprogramadas, porque se procede a un profundo reacomodo de calendarios de modo que las actuaciones terminarán entre uno y cuatro años más tarde de lo que estaba señalado. El ministro hizo gala de neutralidad y ausencia de favoritismos al declarar que no habrá ninguna infraestructura en España que no sufra demoras. Un anuncio de esta naturaleza no lo hizo jamás ningún ministro de Fomento.
La razón de una política tan excepcional reside en el plan de ajuste fiscal del Gobierno con el que pretende reducir el déficit público anulando compromisos de gasto. Al Ministerio de Fomento le corresponde recortar 6.400 millones de euros entre los ejercicios de 2010 y 2011. Blanco va a suspender la ejecución de 70 infraestructuras en toda España, aún a sabiendas de que tendrá que indemnizar a las empresas constructoras y abonar un 6% de los presupuestos comprometidos en concepto de lucro cesante. Otras 400 actuaciones sufrirán sensibles retrasos. Del plan de recorte quedan excluidos los corredores ferroviarios de alta velocidad. Al menos eso es lo que se declara.

Premisa

Desde estas líneas siempre hemos respaldado el plan de ajuste fiscal propuesto por Zapatero, ya que es completamente necesario, porque de seguir profundizando en el déficit público pasaríamos a ser un país que no encontraría crédito en los mercados internacionales. Ahora pagamos unos intereses altos por los préstamos, pero pronto dejaríamos de ser solventes para renegociar deudas. En los seis años que lleva Zapatero en el poder es la primera vez que se centra en lo que toca hacer, renunciando a las excentricidades de una agenda política que tiende a elaborar de espaldas a las necesidades de la sociedad y a los intereses del Estado. Cualquier política sectorial (Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Transporte, Universidad) debe supeditarse al logro del reequilibrio de las cuentas del Estado. Esa es la premisa mayor para gobernar en esta coyuntura.
Dicho lo anterior, la tijera del ministro Blanco comete un grave error en Asturias al cortar la autovía del Cantábrico como si fuese una infraestructura más de las muchas que se construyen en España.

Retrasos

La autovía del Cantábrico estaba incluida en el plan del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) 1984-1992, del Gobierno de Felipe González. Bien es cierto que tenía un encaje más nominal que real, porque los responsables del MOPU decían que estaba “políticamente comprometida”, aunque con un presupuesto inicial vacío. Llevamos 25 años a vueltas con la construcción del eje que vertebra el territorio y da respuesta a una de las primeras preocupaciones de los gobiernos autonómicos: acercar las alas al centro de la región. Sus virtualidades son, aún, muy superiores al constituir el corredor que nos une a Europa y facilita la relación con las otras comunidades de la cornisa Cantábrica. La autovía es la infraestructura de transporte más ambicionada por los asturianos, por la que más tiempo se ha esperado y la más importante para la economía regional, con una capacidad de transporte de viajeros y mercancías superior a la que nos ofrecerán tres convoy de AVE diarios entre Asturias y Madrid.
La autovía tuvo muchos retrasos, por batallas políticas entre los gobiernos de España y de Asturias, por las grandes dificultades técnicas inherentes a su construcción y por la enorme inversión económica que conlleva. Ahora que queda poco para completar el equipamiento sería un golpe tremendo para la opinión pública que los tramos de Unquera-Llanes, Muros del Nalón-Las Dueñas, Otur-Villapedre y Navia-Tapia, quedaron paralizados durante años.
La situación económica es sumamente delicada, por eso se debe aceptar que se detengan las actuaciones en la autovía Oviedo-La Espina, que se demore el enlace entre la autovía del Cantábrico y la autovía minera, que el AVE finalice durante muchos años en Lena, o que cualquier otra de las actuaciones que desarrolla el Ministerio de Fomento en Asturias sea paralizada. Todo, menos dejar de construir la autovía del Cantábrico. De las 400 infraestructuras que suspende José Blanco en España, muy pocas habrán tenido una gestación tan larga y casi ninguna afectará tan de lleno a los intereses de la comunidad.

Elecciones

Sorprende que un ministro capaz de presentar un novedoso Plan de Extraordinario de Infraestructuras, que con valor de 17.000 millones de euros va a financiar la iniciativa privada (bancos, empresas de construcción), no haya encontrado la manera de salvar la autovía del Cantábrico de la paralización. En su visita del pasado miércoles, algún dirigente socialista que lo acompañaba justificaba el recorte de Blanco por tratarse de un “hombre de Estado”. Traduzcamos: puede que tenga un inmenso poder, pero mal asunto es que ese poder le impida saber discriminar entre lo que resulta imprescindible para los territorios y lo que puede significar un gran sacrificio, aunque forzosamente asumible.
No alcanzo a imaginar en qué argumentos se va a apoyar la campaña electoral de los socialistas asturianos, con el decorado de fondo de las máquinas paradas entre Unquera y Llanes. Por algo Blanco nunca fue candidato a presidir la Xunta de Galicia.

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por JUAN NEIRA

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