Con el anuncio de Álvarez Areces de poner fin a su ciclo de mandatos al frente del Gobierno regional, las especulaciones sobre la personalidad del candidato socialista a la Presidencia del Principado pierden su razón de ser. En la nómina del PSOE asturiano sólo había dos candidatos posibles, el jefe del Ejecutivo autonómico y el secretario general de la FSA. Descartado el primero la responsabilidad de encabezar al grupo socialista en las instituciones regionales recaerá en Javier Fernández.
Para la proclamación oficial del nuevo candidato falta, aún, algún tiempo, porque hay que seguir un rígido procedimiento burocrático, con convocatoria de los órganos colectivos del partido y el transcurso de los preceptivos plazos. Ahora bien, el final del proceso no aportará nada noticioso, pues todo el mundo sabe ya que el candidato será Javier Fernández. No se va a barajar ningún otro nombre, porque la decisión se ha tomado hace mucho tiempo.
La familia socialista asturiana estuvo durante más de quince años dividida en clanes, corrientes de opinión, o como se les quiera llamar. La elección de un candidato suponía el predominio de esa tendencia en detrimento del resto. Por ejemplo, la nominación de Álvarez Areces representó la llegada de los llamados “renovadores” al poder, quedando a la expectativa los “oficialistas”, que eran más numerosos pero carecían de un líder con prestigio para confrontar con el alcalde de Gijón. Desde hace una década la situación ha cambiado, ya que el secretario general está respaldado por más del 90% de la militancia, así que su liderazgo institucional satisface a la inmensa mayoría de la organización. Ese es el diseño general, aunque luego cuando se apruebe toda la lista autonómica aparecerán los problemas, porque habrá muchos pretendientes para la oferta de puestos. Lo más urgente ahora es decidir sobre qué discurso quiere basar Javier Fernández su liderazgo. Hay mucha antigualla en la retórica socialista que no sirve para nada. Antes de someter el programa socialista a una “tormenta de ideas” les conviene poner los pies en el suelo: el mejor elemento de engarce con la sociedad son las actuaciones que lleve a cabo el Principado. Cualquier candidato de un partido que lleva doce años gobernando debe partir de lo realizado. La credibilidad se mide por las actuaciones ejecutadas.