La Eurocámara aprobó rebajar la protección del lobo. En los últimos años, el cánido estaba considerado especie ‘estrictamente protegida’ y a partir de ahora será ‘protegida’. Un cambio largamente ambicionado por los gobiernos autonómicos de Asturias, Cantabria, y Castilla y León, que concentran el 95% de los ejemplares de esta especie depredadora en España. El Gobierno de Pedro Sánchez quería que el lobo siguiera gozando de la misma protección que hasta ahora. En materia de medio ambiente, ecología, etcétera, la opinión de Teresa Ribera se convirtió siempre en doctrina oficial del Gobierno central. Aunque ahora ocupa el cargo de vicepresidenta de la Comisión Europea, sus decisiones siguen estando vigentes. Un ejemplo lo tenemos estos días con el ataque desaforado e indocumentado de Pedro Sánchez contras las centrales nucleares, que responde al programa radical de Teresa Ribera sobre la generación de energía eléctrica.
La revisión del estatus del lobo fue impulsada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en 2022. Como sucede tantas veces con los líderes políticos, una circunstancia de su vida personal sirve para crear o modificar normas.
La presidenta tenía un poni en su residencia campestre de Sajonia, que fue devorado por un lobo. El disgusto sirvió para facilitar las batidas contra los cánidos. Al calificar al lobo de especie protegida, el Parlamento europeo armoniza su norma con el Convenio de Berna (1979), que comprende la conservación de la vida silvestre y el medio natural en Europa. El Convenio de Berna tiene un enorme prestigio, al ser el primer tratado internacional que versó sobre la gestión de la vida silvestre, incorporando la protección del hábitat a la planificación económica.
En Asturias, al sacar al lobo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre), el Principado aprobó la caza de un máximo de 53 cánidos al año (15% de la población lobuna). El número de ejemplares había aumentado el 20% en los últimos cuatro años, siendo muy superior el crecimiento de los daños, como lo prueba el hecho de que las indemnizaciones a los ganaderos casi se hayan duplicado. Hay el doble de manadas que al empezar el siglo. Con la cifra propuesta de reducción de lobos el Principado prevé que se reequilibre la relación entre los depredadores y los rebaños. La experiencia indicará si la caza de ejemplares anotada es suficiente. Más allá de las cifras, los ganaderos necesitaban que se impusiera un cambio de políticas y el rumbo marcado desde Bruselas es inequívoco.