El personal del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se queja de la carga asistencial que soporta a diario. De media, reciben a 400 pacientes, elevándose la cifra a los 500 en los días de mayor demanda. De esa cantidad se deduce que en algunos periodos del día reciben a más de cuarenta pacientes a la hora. Es muy difícil tratar a los enfermos en tan escaso tiempo. Los profesionales de urgencias señalan que la situación no tiene nada que ver con el verano, con los miles de ciudadanos itinerantes que van de una ciudad a otra, etcétera. A su entender el problema está en la Atención Primaria (centros de salud). Al parecer, el mecanismo que desequilibra el sistema sanitario reside en el tiempo que se tarda desde pedir una consulta al centro de salud, hasta que el paciente es recibido por el médico. Hace años la atención se recibía a las 48 horas o 72 horas de solicitarla, pero ahora, con frecuencia, se alarga la espera siete días y en ocasiones hasta diez. Ante tanta demora, el enfermo recurre al atajo de acudir al Servicio de Urgencias del Huca para ser atendido.
El recurso de obviar la red primaria y plantarse ante el hospital de referencia no es nuevo. En el pasado siglo ya recurría un sector de la población a esa práctica. Recuerdo alguna tarde de domingo con la sala de espera atestada de pacientes. Siendo realistas, la visita al centro de salud resulta obligada para presentar la baja en la empresa donde se trabaja, pero para el resto de cuestiones el Servicio de Urgencias del Hospital reúne una oferta potente, con multitud de profesionales, análisis con resultados inmediatos y atención de médicos especialistas, si procede, cuando por la vía normal requiere su atención de una espera de meses. En ocasiones, personas que viven en la periferia de la sociedad, con más dificultad que el resto para acceder a los servicios y bienes, acuden con frecuencia a la urgencia hospitalaria porque así resuelven enfermedades, dolores y preocupaciones.
No digo que este panorama sea aplaudible, pero sirve para entender por qué las urgencias hospitalarias se saturan. La tardanza en el centro de salud es decisiva, pero ya existía el problema, aunque en dimensiones mucho más reducidas, cuando el médico de cabecera atendía a los tres días. La solución es el filtro, o para decirlo con jerga sanitaria, el triaje. Es muy complicado en un servicio de urgencias descartar a pacientes, pero no queda otro remedio. El déficit de Primaria es bien conocido: se necesitan más médicos.