El declive demográfico se ha convertido en el gran problema de nuestra región. La pérdida de población, producto de un saldo vegetativo negativo (diferencia entre nacimientos y decesos), junto con la diáspora de los jóvenes al extranjero en busca de oportunidades laborales, hizo que en 2022 estuviéramos muy cerca de quedar por debajo del millón de habitantes. Una frontera psicológica, la del millón, que de traspasarla hubiera traído consigo una ola de pesimismo colectivo, réplica lejana del noventayochismo.
Cuando la mala noticia estaba a punto de suceder, empezó a crecer la población. Las malas condiciones para vivir en países hispanoamericanos, como Venezuela, Colombia, Cuba o Ecuador, hizo que el flujo de inmigrantes fuera superior a la emigración asturiana. Tres años con más entradas que salidas dejó un saldo positivo de casi 13.000 personas. La Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) contabilizó 1.014.112 habitantes al acabar 2024.
Bajo el gran acontecimiento que supone la ganancia neta de población se han dado unos flujos parciales dignos de reseña. Vienen más ciudadanos a Asturias procedentes del extranjero que de otras comunidades autónomas; son más numerosos los madrileños que se instalan en nuestra tierra, que los asturianos que se van para residir en Madrid. Este último dato es muy llamativo, porque hace unos pocos años el saldo era muy favorable a Madrid.
¿El declive demográfico de Asturias es una cosa del pasado? ¿Todos los estudios, empezando por los del Instituto Nacional de Estadística, estaban equivocados? ¿La tendencia iniciada hace tres años nos permite hablar de un crecimiento consolidado? Responder con un sí a cualquiera de los tres interrogantes sería una imprudencia. El crecimiento demográfico se debe a la llegada de inmigrantes, que también van a otras regiones, y en mayor cantidad. La razón de la afluencia es el crecimiento de la economía y la particular relación que tenemos con los empleos que nos lleva a dejarlos sin cubrir, de lo que se aprovechan los inmigrantes dispuestos a trabajar sin más miramientos. En cuanto pierda vigor el crecimiento económico volveremos al anterior escenario porque siguen los fallecimientos triplicando a los nacimientos.
En el Principado están eufóricos y tienen razones para ello. Gimena Llamedo dice que «nuestras políticas están funcionando». Cita la recuperación de la población y la atracción del talento. Ojalá se prolongue el crecimiento muchos años.