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Juan Neira

LARGO DE CAFE

CONFORMISMO CÓMPLICE

Marcelino Marcos, consejero de Medio Rural y Política Agraria, presidió la constitución de la Mesa del Pacto por el Medio Rural, un nuevo ente a semejanza de la Alianza por las Infraestructuras del Estado o el Foro por la Industria, donde se puede discutir sobre cualquier cuestión sin adquirir compromisos reales.

La Alianza por las Infraestructuras lleva ocho años reuniéndose sin que mejore el tránsito de los trenes de cercanías; el Foro por la Industria es un ente durmiente, que se activa ante determinadas coyunturas y, luego, queda desactivado. En marzo pasado seguían debatiendo sobre la reformulación de la estrategia industrial. Imagínense.

Tras la constitución de la Mesa del Pacto por el Medio Rural, Marcelino Marcos lanzó una frase impactante: «la década del cambio tiene que ser la década del campo».

La «década del cambio» es una expresión acuñada por Adrián Barbón, que hasta la fecha carece de sustancia y es extremadamente indefinida. ¿Ya empezó la década del cambio? ¿De qué año a qué año va la prodigiosa década? Unas veces el presidente da a entender en sus discursos que estamos inmersos en la famosa década y en otros deja en el aire el sentido mismo de la expresión porque no dice a qué se refiere. Con el paso del tiempo, apenas hay ya referencias a un periodo tan interesante como ignoto. Líndez la ha desempolvado y para sorpresa de todos, la década tiene que ver con sector primario, nada de activos intangibles.

Zapico
Vamos al asunto. El 7 de mayo de 2023, Ovidio Zapico (IU) hacía unas declaraciones que se recogían en estas páginas, ‘Zapico llama a firmar un gran pacto para relanzar el mundo rural’. Ahí nació el Pacto por el Medio Rural. En realidad, la idea no es propia de Zapico, sino de los sindicatos agrarios, Coag y Asaja, que presentaron el proyecto a los grupos parlamentarios, y el único que les hizo caso fue IU. Dentro del Gobierno autonómico, a Zapico le resultó fácil vender el producto al presidente y de ahí la parafernalia montada por Líndez en el Palacio de los Condes de Toreno (Oviedo) para constituir la Mesa del Pacto por el Medio Rural.

El consejero ha afirmado que «se trata de una herramienta de concertación social y política» para definir «una estrategia común y estable para afrontar los retos del campo y del sector agroganadero». Como pueden ver, las palabras que se suelen decir en estos casos. Nada especialmente estimulante. Si a ello añadimos que en la citada Mesa están representados una decena de entes y varias administraciones, concluiremos que la burocracia va a pesar más que los intereses del medio rural.

Sin embargo, no puede tomarse este asunto como algo rutinario, porque el campo asturiano está inmerso en una coyuntura diferente a todas las del pasado, donde se dan la mano las grandes expectativas con más que fundados temores.

Empecemos por decir que todas las cuestiones que agobiaban al ganadero asturiano, como el elevado coste de las materias primas (cereales, pienso) o el incumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria, donde los poderosos (distribuidoras, industria) dejaban al ganadero vendiendo a pérdidas, se han relajado. Exceptuando el alto coste de la energía, el resto de gastos son más asumibles, aunque los productores mantengan sus quejas. La Ley de la Cadena Alimentaria ha dejado de ser un tema crucial en la agenda del campo porque con el litro de leche a 0,90 en el lineal, hay margen para retribuir a la distribución, la industria y al ganadero.

Precio
En el mercado, el precio de la leche, los productos lácteos y la carne ha crecido. En el caso de la leche tras estar veinte años sin subir un céntimo. Este alza alcanza a todos los productos, desde los filetes de ternera, hasta la mantequilla, quesos, nata, leche en polvo, etcétera. Se demanda todo, nunca se vendieron tantas hamburguesas con carne de vaca frisona.

No obstante, el riesgo de desaparición del sector es más real que nunca. El gran problema es la falta de relevo en las explotaciones. No hay relevo generacional. El Principado subvenciona la entrada en el mercado de nuevos agricultores. En la actualidad tiene un programa, ‘Incorpórate al Agro’, que ha recibido en diciembre 198 solicitudes, el 144% más que en 2024. Ese programa, dotado con nueve millones, tuvo un segundo periodo de solicitudes que finalizó en junio. La idea es estupenda, pero la gran cuestión es: ¿cuántos nuevos ganaderos prolongan su trabajo en las explotaciones una vez finalizadas las subvenciones?

Gestión
El Principado no da datos, pero en el campo se conocen todos, y las explotaciones se cierran todos los días. Las de gran tamaño también. Antes, en tiempos de la cuota láctea, las asumía el vecino, pero ahora se pierde producción y vacas. Hay una carencia de gestión y llegó el momento de decir que el equipo de un consejero del Principado no se puede hacer con retales de candidatos a alcaldes y concejales de las últimas elecciones en los ayuntamientos del occidente. La diferencia entre la Xunta de Galicia y el Principado en la gestión y en los resultados de los programas de mejora de las explotaciones ganaderas y de la incorporación de los jóvenes al campo, abruma. Basta sólo con ver el número de convocatorias en una y otra comunidad autónoma.

Por responsabilidad, la clase política asturiana no puede asistir a la muerte lenta de la ganadería asturiana, cuando tiene las condiciones para ser más rentable que nunca. El conformismo significa complicidad.

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por JUAN NEIRA

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