La reforma fiscal planteada por Álvaro Queipo tuvo una réplica puntual de Adrián Barbón diciendo que sólo quiere ayudar a los que ganan más de 175.000 euros. En lo tocante al Impuesto sobre la Renta, Queipo había anunciado que rebajaría los tipos impositivos en los tres primeros tramos (menos de 20.000 euros), así que no tiene nada que ver con la alusión que hizo Barbón de lo que haría el PP con el IRPF si llegara a gobernar. No sé si el presidente del Principado dejó para otro día una réplica rigurosa, pero de lo que no cabe duda es que la llegada del proyecto de reforma fiscal del Gobierno de coalición de la izquierda (PSOE e IU-Convocatoria por Asturies) a la Junta General del Principado debe dar pie a un debate en profundidad sobre la dieta fiscal asturiana.
Si se quiere hacer una reforma fiscal con seriedad deben contemplarse más opciones que las utilizadas por el Gobierno regional, consistentes en mínimas variaciones del IRPF y una corrección microscópica en el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados para los propietarios de diez viviendas que compren la undécima. De las medidas propuestas la única realmente relevante es la bajada de un punto en el tipo impositivo que se aplica a las rentas por debajo de los 12.450 euros, porque son los contribuyentes con menos ingresos y para ellos supone un alivio real. A partir de ahí vienen las novedades de cada año en las deducciones del IRPF, que conforman la llamada vía fiscal asturiana, que unas veces se centra en unos colectivos concretos, por ejemplo, menores de 35 años, o en habitantes de zonas concretas del mapa (la Asturias rural despoblada). Deducciones que son, en la práctica, unas subvenciones para personas determinadas.
La vía fiscal asturiana no tiene seguidores en el mapa autonómico. Constituye una rara apuesta por un sistema de ventajas fiscales que ignora una parte sustancial de sus beneficiarios.
En la discusión parlamentaria tiene que visibilizarse otro modelo fiscal que contemple la deflactación del IRPF. El Gobierno se sirve de la inflación para obtener más recursos de los previstos cuando se aprobaron los tramos del Impuesto de la Renta. En el último ejercicio, la Hacienda recaudó 9.800 millones más. El impacto en cada contribuyente, de media, estuvo entre los 311 y 622 euros. Queipo propuso eliminar el Impuesto de Sucesiones y rebajar el tipo fiscal en el Impuesto de Transmisiones. Es una forma de acercarnos en la dieta fiscal a las comunidades que nos rodean. Falta hace.