La racha de incendios que asuela a medio territorio español permite observar cómo se hace política en nuestra nación. Algún iluso podría suponer que ante el avance de las llamas todos los agentes cerrarían filas, pero no ha ocurrido así. La insatisfacción de los gobiernos autonómicos más afectados por los fuegos con las ayudas que llegan del Estado demuestra que, incluso, en circunstancias dramáticas, se sigue actuando con el criterio que impera, por desgracia, en la política cotidiana. La novedad, en esta materia, proviene del Principado al criticar la gestión que se hace en León de los incendios. Alejandro Calvo, consejero de Medio Ambiente y Gestión de Emergencias, alardeó de la actuación del dispositivo asturiano, con una buena coordinación de los recursos desplegados en el territorio, controlando los fuegos en un tiempo récord.
El consejero dijo que «lo que nos viene de fuera es preocupante», «siento inquietud por lo que sucede en León». Al referirse al incendio que amenaza a Degaña, se atrevió a afirmar que «este incendio tiene que apagarse en León. Sería lo lógico». Recuerdo peleas por el control de las aguas de los ríos, entre comunidades autónomas, pero nunca un ataque entre gobiernos regionales por la forma de apagar los incendios, y mucho menos una estricta delimitación de competencias sobre las llamas. Si por fortuna estamos sobrados de fuerzas para apagar los incendios y en León están desbordados por el avance de los fuegos, se hace una llamada discreta a los responsables de la provincia vecina y nos ponemos a apagar el incendio en la otra ladera del monte. Como hizo el Gobierno de Navarra, cediendo un helicóptero al Principado, así como 24 especialistas en extinción de incendios y ocho vehículos.
Sobre el incendio en Posada de Valdeón (León), Calvo hizo una matización reveladora: «si en los próximos días podemos ayudar, lo haremos, porque está a las puertas de los Picos de Europa, y entendemos que es patrimonio de las tres comunidades (Asturias, Castilla y León, Cantabria)». Resulta que como gestionamos conjuntamente el Parque Nacional Picos de Europa, entonces vamos a mandar bomberos a León. De no ser así nos inhibiríamos. Con ese criterio administrativo, bajo el que subyace la crítica política hacia un Gobierno de distinto signo ideológico (¿alguien puede imaginar que si el presidente de Castilla y León fuese socialista, Alejandro Calvo atacaría la gestión que hacen de los incendios nuestros vecinos?), se actúa ante las emergencias.