En el pasado mes de julio, cuando Gabino de Lorenzo y los presidentes de las juntas locales de Gijón, Avilés y Mieres, con la complicidad de Ovidio Sánchez, lanzaron un comunicado que descalificaba a Álvarez-Cascos como posible candidato a la Presidencia del Principado y simularon una reunión del comité electoral para que confirmara el rechazo al ex ministro, el PP asturiano abandonaba los comportamientos de un partido serio y democrático, y adoptaba las pautas de conducta de las sectas, donde el funcionamiento estable de las estructuras de la organización se sustituye por las genialidades interesadas del jefe.
El pronunciamiento de julio no produjo ningún efecto externo: ni el PP nacional se dio por enterado ni despejó ningún interrogante sobre la candidatura electoral. Pero no fue una decisión inocua, porque instaló a la organización asturiana en la anomalía: un alcalde con cuatro presidentes de juntas locales, que actuaban sin ningún mandato de sus órganos colegiados, podía tomar decisiones transcendentes para el partido.
Terna
Con ese precedente, De Lorenzo acaba de dar un nuevo paso al reunir en un restaurante de Oviedo a una veintena de dirigentes del partido para dar por amortizada la figura política de Álvarez-Cascos y mandar una terna de candidatos a Madrid que es una terna de ciudades: Gijón, Oviedo, Avilés. El comunicado redactado por De Lorenzo para dar cuenta de las decisiones tomadas ante sus invitados, pone más el acento en descalificar a Álvarez-Cascos que en resaltar las virtudes de los miembros de la terna. No conozco otro caso en que la elección de unos candidatos se argumente sobre el rechazo a otros militantes.
La deriva que ha tomado el PP regional, de la mano del alcalde de Oviedo y apoyado por concejales que están en la oposición en sus respectivos ayuntamientos, ya ha producido efectos. De facto, Ovidio Sánchez ha dejado de liderar el PP regional. El equipo de dirección (presidente, secretario, vicesecretarios) está desactivado y la junta directiva regional, máximo órgano de gobierno del partido entre congresos y formada por cerca de 200 personas, no se ha constituido. El PP asturiano es conducido por una nueva estructura de mando que no se contempla en los estatutos ni responde a ningún mandato del congreso. El PP vive un periodo de excepcionalidad, regido a bandazos por Gabino de Lorenzo.
Ante tal estado de cosas, Rajoy no puede usar la táctica de mirar para otro lado. Sólo tiene dos opciones: bendecir el disparate o intervenir con el nombramiento de una junta gestora que neutralice a la coordinadora de comensales. La pasividad del presidente del PP ante los primeros movimientos del grupo liderado por De Lorenzo ha servido para envalentonar a éstos y exasperar a las bases de la organización. La demora en tomar decisiones ahonda la fosa entre los nuevos jefes del PP regional y amplios sectores de la organización, dando carta de naturaleza a una manera de proceder y aprobar resoluciones que choca frontalmente con el contenido de los estatutos del partido.
Daños
Dejar pasar el tiempo provoca un daño electoral evidente para toda la organización. Mientras Javier Fernández, Areces y Villa comparecen juntos y se apoyan en sus discursos, los nuevos jefes del PP critican abiertamente a Álvarez-Cascos y rehúyen acudir a los órganos del partido para debatir y tomar decisiones. El socialismo asturiano está más unido que nunca y se muestra dispuesto a luchar en las urnas contra el PP, mientras De Lorenzo y sus socios forman una alianza para combatir al ex ministro. Javier Fernández quiere revalidar la hegemonía socialista; De Lorenzo sólo aspira a que Álvarez-Cascos no llegue al poder. Un día vamos a analizar desde estas líneas por qué la candidatura del ex ministro es un problema para el sanedrín del PP asturiano. No obstante, adelantemos, como pista, que ‘Cascos candidato’ provoca la misma aversión entre el grupo ahormado en torno a De Lorenzo, como ilusión entre el electorado de centro-derecha asturiano.
Al margen de la erosión electoral que provoca para la imagen del PP la campaña contra el ex ministro, organizada por el alcalde de Oviedo y sus amigos, hay otro daño menos visible, pero no menos cierto, derivado de la actual situación. La inhibición o renuncia de la dirección de Ovidio Sánchez a liderar el partido rompe a la organización. Cada alcalde hará en su casa lo que le plazca y el grupo parlamentario, como tal, deja de existir. ¿Cuándo se reunieron por última vez todos los diputados autonómicos del PP bajo la presidencia de Ovidio? Con una dirección ausente, sustituida por una partida de notables, la integración de los militantes y cargos públicos en el partido es meramente simbólica, al tener como único nexo el carné del partido y el anagrama de la organización.
La pelota está en el tejado de Mariano Rajoy. Al presidente nacional del partido no le toca escoger el candidato de Asturias, pero sí debe velar por el restablecimiento de las normas que rigen en toda la organización a lo largo y ancho de las diecisiete comunidades autónomas. Para Rajoy no se trata de un problema asturiano, sino de un conflicto con dimensión nacional, sobre el que ya han opinado los presidentes de cuatro comunidades autónomas. De cómo se resuelva el problema tendrá que dar cuenta en los órganos nacionales del partido. Para ser alternativa de Gobierno en España hace falta saber mantener la disciplina en el propio partido.