La salida diseñada por Génova para solucionar la crisis del PP asturiano, con Álvarez-Cascos de cabeza de lista tras un pacto de mínimos con el aparato del partido, ha sido dinamitada por los caciques del PP regional a través de un comunicado anónimo. El objetivo del mismo es mostrar la imposibilidad de una entente con el ex ministro, al que le niegan el pan y la sal, por tener más de sesenta años, no haber ganado ninguna elección, haber nacido y residir en Madrid, y resultar el candidato más fácil de batir por el PSOE. Es difícil enlazar una sarta mayor de disparates. Se renuncia a construir una crítica política para imitar la perorata de los personajes de taberna. En las elecciones generales del año 2000, Cascos venció a los socialistas, como hizo Alicia Castro en los comicios de 2004; un tipo de victoria que no pudo revalidar Gabino de Lorenzo en las elecciones generales de 2008, al encabezar una lista que quedó a 40.000 votos de Álvaro Cuesta. El alcalde de Oviedo sacó el peor resultado del PP en elecciones legislativas desde los primeros años noventa del pasado siglo.

El mensaje de los embozados va dirigido a Rajoy. Los caciques del PP asturiano, un grupo de personajes que se ha hecho con las riendas de la organización al margen de los órganos regulares del partido, ha interpretado que el silencio y la prudencia de Rajoy significan debilidad, y por eso rechazan el plan del presidente del partido para pacificar el conflicto. No consideran válida a la gente de más de sesenta años, aunque alguno de ellos se postula para un nuevo mandato que concluirá con 72 años. Los sexagenarios no pueden pasar, pero los septuagenarios deben continuar. Conclusión: la renovación pasa por seguir lo que están.

Desde estas líneas hemos anotado hace mucho tiempo, cuando el primer pronunciamiento de los caciques, allá por el mes de julio, que el PP regional necesitaba una gestora que se ponga al frente del partido. La propuesta no les gustó ni a unos ni a otros, pero hoy resulta evidente que es necesaria. Los caciques utilizan el nombre de Ovidio Sánchez, cuando aseguran que “no está preocupado, ni mucho ni poco, por su futuro”. Se refieren al presidente del PP asturiano como si se tratara de una persona impedida o secuestrada, que no tuviera capacidad para emitir libremente su opinión. La falta de respeto es absoluta. Rajoy tiene que cambiar de plan.