La proclamación oficial de los candidatos socialistas a
A ocho meses de las elecciones, el PSOE parte con una ventaja relativa, dado el estado comatoso del PP. La organización asturiana del partido conservador ha entrado en una fase de deterioro espectacular por la virulencia de su crisis interna. Hace once años, en una lucha fratricida, vimos al presidente del Principado refugiado en el grupo mixto, y ahora nos toca observar al presidente del partido (Ovidio Sánchez) convertido en militante de base, sin haber dimitido nominalmente de sus funciones, que gestiona con desparpajo Gabino de Lorenzo desde el Ayuntamiento de Oviedo. En Génova, consideran que el asunto es serio, pero no urgente.
Escenario
La ventaja socialista es engañosa, porque aunque su rival está en crisis, mayor es aún la crisis que atraviesa España, frente a la que ha fracasado la política de Zapatero. Aunque los socialistas dicen que hay que estar preparados para la salida de la crisis, los datos de la coyuntura nos indican que hay que estar mentalizados para más ejercicios de baja actividad y estancamiento. Como ya anunciara el FMI en el año 2009, el paro alcanzará en España su máximo en el primer semestre de 2011, coincidiendo con la cita de las urnas.
El telón de fondo de las elecciones es el desempleo, al que se ha añadido los condicionantes del ajuste fiscal derivado de los planes expansionistas del Gobierno en el primer año de crisis. La mezcla es especialmente incómoda para el partido que gobierna, porque no se pueden aplicar las recetas contra el desempleo sin desequilibrar las cuentas públicas, y el ajuste fiscal se realiza a costa de mayor paro. ¿Cómo romper el círculo vicioso?
Zapatero ya ganó el año que necesitaba, al blindarse políticamente con el PNV. En la bocamanga guarda un as y una esperanza: el fin de ETA y el repunte de la economía en el primer trimestre de 2012. Nada de eso cuenta para los socialistas asturianos, que se tienen que mover entre las dificultades del presente, a las que se van a añadir nuevas subidas de impuestos porque el déficit público del presente ejercicio va a quedar por encima del 9% previsto. Por todo ello, si Javier Fernández es investido presidente habrá logrado el mayor éxito de los socialistas en la etapa autonómica. Ninguna coyuntura fue tan adversa para el PSOE.
Hormigón
Los socialistas asturianos deben centrarse en la problemática de la región, dejando a Zapatero que proponga y rectifique por su cuenta. Una vez aclarado el terreno en el que se van a dirimir los comicios, el candidato socialista tiene que corregir el tiro, porque los excesos de antaño no dan ya más de sí. Al Principado le corresponde gestionar servicios públicos, no tiene que competir con el Estado haciendo autovías. Asturias no puede vivir para las obras públicas ni de las obras públicas. El mejor presidente no es el que añade más kilómetros de hormigón. Si los sindicatos y los empresarios no tienen más imaginación a la hora de plantear sus demandas, es problema de ellos, porque las cuestiones que tenemos que resolver los asturianos son la sanidad, la educación y la competitividad de nuestra economía. Desde el Principado toca vigilar, instar, presionar al Gobierno para que construya las infraestructuras comprometidas, y para eso hay que tener peso político como comunidad autónoma, pero no se deben redactar proyectos alternativos, jaleados por los agentes sociales.
La próxima legislatura no puede recrear los debates de los años ochenta del siglo pasado. Sería de estúpidos dejar que Bruselas cerrara gratis las explotaciones de carbón, pero el problema energético que está sobre la mesa es el fin de los ciclos de gas y su sustitución por fuentes renovables. Nunca en la historia se decretó tan pronto, por vía gubernamental, la obsolescencia de una tecnología. Precisamente, sobre el gas pivotaba el proyecto industrial asturiano ideado por Javier Fernández, así que urge aclarar en Madrid algunas cosas. La política energética española es una mezcla explosiva de intereses empresariales y ensoñaciones de indocumentados (recuérdese que Montilla y Joan Clos fueron ministros de Industria de Zapatero).
Servicios públicos
La asignatura pendiente es la sostenibilidad de los servicios públicos y para ello hay que introducir reformas en la sanidad y la educación. Hay dos elementos clave de partida: chequear el sobredimensionamiento de las redes públicas y hacer al ciudadano partícipe de su coste. Una cosa es invertir y otra tirar el dinero. Estos dos elementos deben completarse con un tercero: la concertación con la iniciativa privada no es un postulado ideológico sino una oportunidad de ahorro público.
Dejo para el final la cuestión de la competitividad. Es un desatino que