La intervención de Mariano Rajoy en el Foro Abc dio pie a que en el coloquio tuviera que opinar sobre la candidatura autonómica de su partido en Asturias. El máximo líder del PP aseguró que desvelará la identidad del candidato “cuando lo considere oportuno”; Rajoy aconsejó “no perder el tiempo haciendo quinielas”. Sobre Álvarez-Cascos dijo que le gusta igual que los demás militantes del partido.

De las palabras de Rajoy en el Foro Abc se deduce que no tiene prisa. Poco más se puede afirmar con rotundidad. Puede que tenga decidido quién será el cabeza de lista o espera que de la lucha interna se alce un vencedor nítido. O tal vez opte por ver quién queda menos erosionado de esta enconada disputa. A lo mejor el menos desgastado es alguien que no ha participado en la refriega. Cualquier hipótesis es plausible porque si un deseo se percibe en las manifestaciones Rajoy es la de no dar pistas y colocar a todos los posibles candidatos en igualdad de posibilidades.

Cuando se lidera un partido nacional que tiene diez puntos de ventaja en los sondeos de intención de voto sobre el más directo competidor cabe permitirse las licencias retóricas de Rajoy: hablar sin decir nada. Si no se moja en la discusión de los servicios mínimos de la huelga general, por qué lo va a hacer sobre un candidato autonómico de una pequeña región. Si no quiso sacar las conclusiones obligadas de la sentencia del TC sobre el “Estatut”, por qué va a inmiscuirse en el carajal de la organización asturiana del PP, gestionada por un alcalde que tiene como principal ayudante al presidente regional del partido. Como Zapatero se derrumba en las encuestas, toca olvidarse del resto.

Hace mal Rajoy en dejar que transcurra el tiempo, porque esa táctica le está dejando sin espacio para maniobrar. El 2 de septiembre presentó De Lorenzo la terna de nombres y el día 23 anunció la candidatura de Pérez-Espinosa. En tres semanas, la vida interna del PP asturiano se ha tensado al máximo. Si ahora deja Rajoy pasar otro mes, la situación de la organización asturiana puede ser caótica. En Asturias hay una larga tradición de gobiernos de izquierda. Ganar en diputados a la suma de escaños del PSOE e IU no es nada fácil. La gente quiere una oferta electoral creíble, con dirigentes respetados, que es lo que no se encuentra actualmente en el PP regional. El espectáculo es denigrante, pero Rajoy no tiene prisa.