La conferencia política de los socialistas asturianos, celebrada en Avilés, se apoyó en un extenso documento base que servirá para redactar el programa electoral con el que concurrirán a los comicios autonómicos. Como primera consideración destaquemos el mérito que supone elaborar un documento de ese tipo en una región donde los programas electorales carecen de consistencia. En los pasados comicios autonómicos el PP concurrió con un programa que condensaba en un renglón todo lo que tiene que ver con la política de residuos. Está claro que si se quiere evitar la traición a los programas, lo mejor es dejarlos reducidos a cuatro palabras.
El documento tiene el sesgo ideológico inconfundible de las épocas electorales, para acotar el territorio sobre el que se realizará la oferta a los ciudadanos. Las consideraciones que en él se realizan son de contenido genérico, reservando las concreciones para el programa electoral. Aun así, hay elementos interesantes para la crítica, en especial en lo relativo a la economía, así como en lo que atañe a los servicios públicos.
Defecto
Antes de entrar en estos apartados quiero señalar lo que me parece el principal defecto del documento: la relativización de la crisis económica. Entiendo que es muy distinto presentarse ante los electores ahora que hacerlo cuatro u ocho años atrás. Aunque se señala que el principal problema es el desempleo, no se desarrolla una reflexión coherente con esa premisa, porque el documento mantiene un tipo de argumentación convencional, cuando estamos en una coyuntura excepcional. Pese a todos los esfuerzos realizados por los gobiernos autonómicos, Asturias atraviesa una etapa muy difícil, con pérdida de empleo, congelación de inversiones públicas en infraestructuras y de inversiones privadas en equipamientos energéticos, drástica reducción de la base ganadera, y grandes problemas de gestión en los servicios públicos.
Ante un escenario así es preciso presentar un plan de medidas urgentes y de reformas, porque no cabe todo en las alforjas de la campaña electoral. Podría mantenerse la indefinición si la crisis económica fuera un bache profundo pero pasajero, pero todos los análisis de los principales expertos internacionales sitúan a España en las primeras etapas de un largo periodo de vacas flacas. Hay que optar, y una fuerza progresista está obligada a introducir cambios profundos si quiere mantener los pilares del sistema productivo y de la oferta de servicios. Nada de eso se atisba en el documento.
Modelo económico
La ponencia a discutir en la conferencia habla del necesario cambio de modelo económico, aunque se asegura que las bases del mismo se pusieron por el Gobierno central en el periodo de 2004 a 2008. No conviene engañarse, las palancas del crecimiento económico fueron las mismas con Zapatero que con Aznar: crédito barato y liderazgo del sector de la construcción residencial. Se habla de la introducción de la eficiencia energética en la primera legislatura de Zapatero, cuando el modelo energético está pivotando sobre las energías renovables y los ciclos combinados de gas desde los primeros años del siglo XXI. Habría que decir que el sistema se ha vuelto ingobernable, porque ningún mercado intervenido puede funcionar con el rechazo de los operadores a las reglas establecidas por el Gobierno. Se echa de menos alguna reflexión sobre este punto por la trascendencia que tiene para Asturias.
El modelo económico asturiano debe basarse en la industria. Lo dicen alto y claro los socialistas. En el documento se habla de aprovechar los activos económicos de los sectores tradicionales y de apoyarse en las nuevas tecnologías y la economía competitiva. Hay sectores tradicionales, como la siderurgia, que tienen plena vigencia y son claves para la generación de riqueza. Hay otros, como la minería, que son anticompetitivos y descansan en subvenciones estatales. Ahora bien, hay que hablar sin tapujos: en plena crisis económica, resultaría suicida renunciar a miles de empleos en una región por el hecho de estar sostenidos por el Estado. Una cosa es que la política asturiana no pueda girar en torno a las minas y otra que las instituciones autonómicas asturianas le den la espalda al carbón.
Sanidad
Una parte sustancial del programa está dedicada a los servicios públicos. Los socialistas esgrimen con legítimo orgullo la buena valoración de los sistemas de sanidad y educación asturianos en el conjunto de las comunidades autónomas. El documento advierte de los afanes privatizadores del PP. En los ocho años del Gobierno de Aznar, la sanidad no se puso en manos privadas, aunque en las comunidades autónomas de Madrid y Valencia se han dado significativos pasos en esa dirección. No obstante, en el documento no se aborda el verdadero debate sobre la sanidad, que es el de su sostenibilidad. No es un invento de la derecha el déficit de la sanidad pública. No basta con decir que la UE se invierte más en sanidad que en Asturias, porque las diferencias son decimales. Las importantes reformas que hay que introducir en la gestión sanitaria no quedan agotadas en la reducción del gasto en medicinas. Es bueno que los socialistas nos vacunen contra la sanidad de derechas, pero no pueden quedar atados por el inmovilismo de izquierdas.
El marco de la oferta electoral está presentado, sería una pena que en el programa no hubiera medidas concretas que fueran bastante más allá de lo que dice el documento base.