Zapatero ha afirmado que al menos nos quedan cinco años para superar los desequilibrios provocados por la crisis económica. Según pasa el tiempo, el presidente del Gobierno se hace más realista. Durante la campaña electoral del año 2008 negó que hubiera crisis. Llevaba todo el mundo hablando durante meses de los daños provocados por las hipotecas basura, pero Zapatero prefirió pensar que la cosa no iba con España. Formó el Gobierno más políticamente correcto (Bibiana Aido) de la democracia dispuesto a gestionar un periodo de prosperidad. Luego llegó la etapa de proponer docenas de medidas desde el Consejo de Ministros, que trocaron el antiguo superávit público en déficit. Cambió de ministros, relevando a Solbes por Salgado e incorporando a Chaves y Blanco al Ejecutivo, para iniciar la fase de “los brotes verdes”, una profecía disparatada que acompañará a Salgado mientras viva. A partir de ahí empezó la larga lucha contra el déficit público. El final de las ilusiones llegó con la presión de los mandamases europeos para recortar el presupuesto, el pasado ocho de mayo. En sólo seis meses, recortó el sueldo a los funcionarios, congeló las pensiones, cambió la legislación laboral, le dio el bastón de mando a Rubalcaba, declaró el estado de alarma y enfocó la reforma de las pensiones. IU, ERC, BNG, CCOO y UGT se han apartado del Gobierno. Y ahora dice Zapatero que nos queda un mínimo de cinco años de vacas flacas.
Hay presidentes que comprenden con más rapidez los requerimientos de la coyuntura. Zapatero ha perdido su credibilidad realizando valoraciones que no convencieron al público. El crecimiento de la lista del paro arruinó su estrategia de edulcorar la realidad. Desde el pasado ocho de mayo, cuando realizó el giro hacia el realismo, ha perdido el favor de sus antiguos aliados. Los únicos apoyos que ha tejido en los últimos meses han sido los dos socios parlamentarios (PNV, CC) que fueron persuadidos a través de generosas inversiones.
Es probable que se necesiten cinco años para salir del estancamiento, aunque los informes de instituciones independientes dicen que se necesitará una década. La cuestión no está en acertar en el plazo, sino en las medidas que hay que llevar a cabo. Tan importante como reformar las pensiones es un gran acuerdo con el PP sobre gasto autonómico y reestructuración del sector financiero.