Por fin se reunieron la Junta Directiva Regional y el Comité Ejecutivo del PP asturiano. La Junta Directiva es el máximo órgano del PP y nunca había sido convocada desde que sus miembros fueron elegidos en el último congreso del partido. Más de dos años sin verse las caras. En cuanto al Comité Ejecutivo, llevaba nueve meses sin reunirse. Es imposible que un partido democrático funcione con normalidad si los órganos directivos dejan de tener actividad. Periódicamente tenemos información sobre lo que deciden las direcciones nacionales de los grandes partidos. El PSOE asturiano reúne trimestralmente a su Comité Autonómico y la Comisión Ejecutiva es convocada todos los meses. Todas las decisiones importantes de la FSA provienen de esos órganos. El PP de Ovidio Sánchez es una excepción al funcionamiento ordinario de los partidos democráticos. Sin que el presidente del PP hubiera dado ninguna explicación, la Junta Directiva Regional quedó reducida a una mera figura decorativa. La falta de funcionamiento de los órganos y la ausencia de convocatorias es algo que se extendió desde la cúspide de la organización hasta las direcciones locales, quedando la actividad institucional como única referencia del hacer del partido, aunque tampoco en este campo hubo un mínimo trabajo colectivo: antes del último pleno sobre el estado de la región no hubo debate en el grupo parlamentario del PP. El caso más clamoroso lo protagoniza Gabino de Lorenzo que tiene por norma no acudir a los plenos del Ayuntamiento.
Como esta dinámica interna es aberrante, tanto Ovidio Sánchez como Pérez-Espinosa recurrieron a un supuesto de fuerza mayor para justificarlo, asegurando que el sector crítico del PP constituía un obstáculo para el desarrollo pacífico de las reuniones. Una disculpa increíble, porque la Junta Directiva Regional tampoco se reunía hace dos años, cuando nadie había pedido la palabra ni pasado a la acción.
El anómalo comportamiento del PP se debe a que las decisiones y la dirección de la organización están en manos de Gabino de Lorenzo. No fue elegido para ello en ningún congreso, pero con una mano presentó la margarita de candidatos y con la otra desechó dos pétalos. La primera obligación de Pérez-Espinosa es trabajar para que el PP asturiano recobre los códigos de comportamiento interno de los partidos democráticos.