En el mitin de Alcalá de Henares, donde Zapatero intervino en apoyo de la candidatura de Tomás Gómez a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid, el presidente del Gobierno avisó que en las elecciones del 22-M habrá sorpresas. Es la primera vez, desde la transición democrática, que un secretario general del PSOE habla de sorpresas electorales como algo positivo para los socialistas. Con su declaración, Zapatero está reconociendo, implícitamente, que los socialistas se ven en este momento como perdedores, y la sorpresa procedería de un cambio de tendencia a lo largo de la campaña. No recuerdo haber oído nunca a Felipe González algo de ese tenor ¿Diría lo mismo Javier Fernández en Asturias? ¿Aspiraría a que se produjera una sorpresa en las urnas asturianas? Me imagino que no. Por eso la declaración de Zapatero raya en lo extravagante.
El presidente del Gobierno aseguró que Rajoy prefiere trabajar para derribar al Ejecutivo a cooperar para sacar a España de la crisis. Rajoy juega el papel de líder opositor y en España nadie ha trabajado sinceramente en pos de grandes acuerdos. Hace siete años se firmaba el Pacto de Tinell y Artur Mas iba al notario para que diera fe de su compromiso de no pactar nunca con el PP. Ese era el clima en los años previos al estallido de la crisis económica. La estrategia parlamentaria de Zapatero nunca estuvo cifrada en llegar acuerdos con el PP y Rajoy descartó la asunción de compromisos. Ni el presidente del Gobierno ni el jefe de la oposición quisieron reeditar los Pactos de la Moncloa.
De cara a los comicios, Zapatero recordó las políticas sociales desarrolladas por el Gobierno en esta legislatura, así como las grandes inversiones realizadas en los ayuntamientos. Tiene razón el presidente del Gobierno, la aplicación de la Ley de Dependencia supuso un importante incremento del gasto social. En cuanto a las inversiones en los ayuntamientos, hay que calificarlas de históricas: 13.000 millones en dos años. Más allá de los números, si se reflexiona sobre el plan extraordinario de inversiones municipales hay que convenir que fue un error, porque los actuales recortes en Sanidad y Educación para reducir el déficit público se derivan del excesivo dinero transferido a los consistorios para equipamientos deportivos o culturales. Se gastó en lo superfluo y ahora se recorta lo necesario.