Llega la segunda tanda de correos robados de la Sindicatura de Cuentas. La primera vez, el anónimo intruso accedió al correo de Rosa Zapico para dar a conocer las comunicaciones realizadas por la alta funcionaria acerca del expediente de Villa Magdalena. Un informe conflictivo que el síndico mayor, Avelino Viejo, trasladó al Tribunal de Cuentas. Ahora, en la segunda tanda de filtraciones, el intruso hace públicos los mensajes enviados por la secretaria del tribunal encargado de seleccionar al personal. Como en la anterior ocasión, la primicia de los correos llega bajo el seudónimo de “Voxpopulis”. Según el interesado denunciante, de los correos se desprende que hay injerencias en la elaboración de informes técnicos de la Sindicatura y que se falsean las actas en los procesos de selección del personal.
La Sindicatura de Cuentas, una institución de acusado perfil técnico que debería tener un papel discreto ante la sociedad, no gana para escándalos. Es el primer ente u organismo público de Asturias del que conocemos las comunicaciones profesionales o privadas de sus miembros. Primero fueron las desavenencias entre los tres síndicos -¡Qué pasaría si fueran cinco, seis o siete personas los titulares de la institución, como ocurre en otras comunidades autónomas!-, y ahora conocemos las cuitas profesionales, familiares, amistosas -o vaya usted a saber de qué índole- de algunos de los empleados que trabajan en el alto órgano de control. Bien pensado, más que para fiscalizar, la Sindicatura asturiana está para que la fiscalicen. El mandato de los síndicos vence este mes. Tras un primer sexenio glorioso, lo sensato sería que la Junta General del Principado que salga de las elecciones del 22 de mayo proceda a una radical revisión de la institución, con reemplazo de síndicos y funcionarios en la medida que sea posible. No se trata de endosar culpabilidades, sino de buscar un cambio total para recuperar el respeto de la ciudadanía.
No tiene sentido especular sobre los correos desvelados porque provienen de un analfabeto que firma como “Voxpopulis” y se queda tan tranquilo. En latín, la voz del pueblo se escribe, “vox populi”. El genitivo de la segunda declinación, tanto en masculino como en femenino, termina en “i”. Hasta cuando quieren hacer maldades meten la pata en la Sindicatura.