Marcelino Iglesias participó en un mitin socialista en Oviedo, que tuvo un marcado carácter municipal, ya que no intervinieron los dirigentes de la FSA. El secretario de organización del PSOE puso a Asturias como ejemplo de región que supo contener el gasto público. Dentro de los excesos presupuestarios de las comunidades autónomas, el Gobierno regional mantuvo un carácter más comedido, aunque en los últimos años la presión de IU hizo que se duplicara la deuda hasta superar los 1.600 millones de euros. En el ejercicio de 2010, el Gobierno de Zapatero impuso un techo de déficit a los ejecutivos autonómicos, cifrado en el 2,4% del PIB; Asturias cumplió, pero Castilla-La Mancha presentó un déficit del 6,22% del PIB, Murcia del 4,95%, Baleares del 4,1% y Cataluña del 3,18%. Esas alegrías se pagan caras, porque este año el ajuste deberá ser mucho más fuerte, ya que el listón para el déficit regional está puesto en el 1,3% del PIB. La Generalitat ya ha empezado con los recortes extraordinarios del gasto para compensar los excesos del pasado. En la calle los actos de protesta van en aumento con manifestaciones respaldadas por miles de empleados públicos.
El número tres del PSOE señaló que la derecha llega dividida a las elecciones en Oviedo, así que los socialistas tienen la gran oportunidad de recuperar la alcaldía de la capital. La aparición de Foro Asturias debilita de forma muy significativa las expectativas electorales del PP en toda la región. Ahora bien, la penetración del partido de Cascos es tan fuerte que el reacomodo electoral no se limitará a un simple trasvase de votos del PP a Foro Asturias, sino que cambiará profundamente el mapa electoral. Con una mirada lejana, como la que puede tener un observador madrileño o aragonés, el juicio de Marcelino Iglesias es acertado, pero si se palpa el día a día de la vida regional está claro que el resultado de los comicios no se va a circunscribir a la pérdida de votos de un antiguo partido a favor de una formación nueva.
En Oviedo, tras veinte años de poder omnímodo de Gabino de Lorenzo, lo que está en juego es algo básico: el mantenimiento del uniformismo político o la vuelta al pluralismo. Habrá que optar entre un alcalde que se pasa 14 meses sin asistir a los plenos del Ayuntamiento o la apertura de una dinámica de acuerdos entre partidos. El futuro de la ciudad no pasa por el bipartidismo.