Cuando quedan seis días de campaña electoral se pueden sacar algunas conclusiones provisionales. El desarrollo de la campaña guarda bastante semejanza con las anteriores; imaginar grandes novedades es absurdo, porque toda actividad que se repite cíclicamente está regida por la inercia. Aun así, hay comportamientos novedosos, como la concentración de todos los dardos en la candidatura de Foro Asturias. Para tratarse de un grupo que no resulta ganador en prácticamente ninguna de las encuestas, llama la atención la cantidad de energías que le dedican los partidos de derecha e izquierda, los grandes y los pequeños, los que siempre obtienen representación parlamentaria y los que nunca la tuvieron. Unos dicen que apoyar a Foro Asturias es tirar el voto a la papelera y otros se refieren a su líder como si fuese la reencarnación de Mussolini. Sin ir más lejos, José Blanco hablaba de la extrema derecha. ¿Cuál es la derecha moderada para Blanco? ¿Boyer, Peces-Barba, Bono? No hay ninguna razón objetiva para concentrar tanta atención en un grupo nuevo, salvo por el hecho nada desdeñable de que resta votos a todos los partidos.
Otra característica de la campaña es la realización de imputaciones a los rivales, evitando explicitar lo que se va a hacer. El rifirrafe sobre la privatización de la sanidad sólo sirve para ocultar una realidad: ni los adalides de lo público ni los supuestamente sospechosos de lo privado avanzan una medida sobre la sostenibilidad del sistema. ¿Cómo se van a reorganizar las áreas sanitarias? ¿Qué sentido tiene decir que no se van a realizar recortes si antes de que termine el año ya se habrán ejecutado? Otro tanto cabe decir de la teatral defensa del carbón que no se apoya en ningún dato creíble.
Renedo
Hasta la fecha, lo más indicativo sobre el nuevo mapa que se pretende configurar proviene de una propuesta ‘inocente’ realizada por Pérez-Espinosa al retar a Javier Fernández a un debate público, advirtiendo que para cerebrarlo no es necesario introducir en la agenda del debate el escándalo del ‘caso Renedo’. El PP considera que se puede debatir de política sin tratar el asunto que está más en boca de los electores. Es lo mismo que si Paloma Sainz retara a De Lorenzo a un debate dejando fuera del mismo el caso de Villa Magdalena. Los partidos de oposición nunca son tan caballerosos en vísperas de acudir a las urnas. Todos ellos van a los debates electorales con la intención de atacar los puntos débiles del partido en el gobierno, pero Pérez-Espinosa crea una excepción a la norma.
La desgana con que los populares trataron el ‘caso Renedo’ es bien conocida por todos los que siguen diariamente la política asturiana. A falta de una pista concreta, la gente baraja alguna hipótesis malévola, como que los populares «están buenos para callar»… Como hay que tener un mínimo de rigor no cabe deducir del tono bajo del PP ese tipo de conclusiones, porque no es el primer asunto que pasa delante de sus narices sin saber explotarlo políticamente. Es más, la propia IU, tan radical cuando se toca el sueldo de los funcionarios, no gastó excesivas fuerzas en denunciar las plusvalías de Marta Renedo.
Beneficio
Dejar fuera del debate electoral los asuntos vidriosos favorece, objetivamente, al representante del partido en el Gobierno. En el mejor de los casos, discutir sobre irregularidades en la gestión administrativa no supone ninguna ventaja para el partido responsable de la Administración. Pérez-Espinosa sabe que orillando el ‘caso Renedo’ no atrae votos para ganar las elecciones al PSOE. Ahora bien, la propuesta de Pérez-Espinosa está pensada para obtener algún beneficio. ¿Qué razón puede haber para solicitar un debate estelar en la última semana de campaña renunciando a utilizar la artillería pesada? Si la candidata del PP desaprovecha esa oportunidad es porque el partido que le preocupa no es el PSOE, sino Foro Asturias. Nada mejor que hacer un debate controlado con los socialistas, ocupando pantalla, para resucitar el viejo argumento del voto útil. Va a tener razón Rajoy cuando dijo el otro día en el Palacio de Calatrava que no se tirara el voto a la papelera. El centro-derecha lleva haciéndolo en Asturias durante doce años.