La ronda de conversaciones de Álvarez-Cascos con los líderes de los partidos parlamentarios finalizó con Jesús Iglesias, coordinador general de IU. Tras la entrevista, el dirigente de IU manifestó que no va a hacer un pacto con el presidente de Foro Asturias, aunque se mostró dispuesto a llegar a acuerdos aislados sobre creación de empleo, concertación social y política de transparencia para la Administración. Un ejemplo de aperturismo si lo comparamos con la respuesta dada por Pérez-Espinosa, que cuando se le planteó la gobernabilidad del Principado contestó que sólo negocia pactos globales (Principado y ayuntamientos), como si Álvarez-Cascos y ella pudieran prescindir enteramente de la voluntad de los grupos municipales.
Al terminar las reuniones con los portavoces parlamentarios, Cascos manifestó la necesidad de formar un Gobierno de concentración dada la excepcional situación que atraviesa Asturias. El líder de Foro Asturias añadió que va a luchar por ese objetivo, ya que es mejor la coalición de varios partidos que el Gobierno monocolor. En la primera legislatura de la democracia (1977-1979), Santiago Carrillo propuso un Gobierno de concentración que asentase la democracia e hiciera frente a la crisis del petróleo. Ni UCD ni el PSOE estaban por la labor, pero se formalizaron los Pactos de la Moncloa, en la que todos los partidos firmaron un programa de Gobierno que hizo frente a la escalada de la inflación (en aquellos momentos, 38% interanual) y contó con el apoyo de los agentes sociales. Los Pactos de la Moncloa se desarrollaron en paralelo a la negociación de la Constitución y permitieron la ejecución de una política de rentas que amortiguó los desajustes económicos ¿Es posible hacer algo así ahora en Asturias?
En estos momentos, PSOE y PP están todavía bajo los efectos de la derrota electoral y no se encuentran ni psicológica ni políticamente preparados para aceptar un reto así: el PSOE busca marcar distancias con un partido que le restó seis diputados y el PP trata de encontrarse a sí mismo al ver que la peor de sus pesadillas se ha hecho realidad. No obstante, la oferta de Álvarez-Cascos, si se mantiene en el tiempo, puede dar frutos. Más allá del tipo de Gobierno que se forme, la propuesta del partido ganador rompe los rígidos esquemas ideológicos que dominan la política asturiana.