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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ENSEÑANZAS DEL PRÓLOGO

El martes comienza el pleno de la investidura en la Junta General del Principado, a los 51 días de la celebración de las elecciones autonómicas. Portavoces políticos y líderes sociales dicen que se ha perdido un tiempo precioso para encarar los graves problemas que tiene Asturias. No creo que haya sido así. En primer lugar, porque el Gobierno en funciones ha estado tomando decisiones, algunas de ellas de importante calado, y sobre todo porque en la transición hacia el nuevo Gobierno han quedado desvelados los rasgos que marcarán el mandato.

A lo largo de estas semanas ha emergido la arcaica política regional, con posiciones de partido fosilizadas. El ganador de las elecciones habló con todos los grupos parlamentarios; Álvarez-Cascos lo hizo con Javier Fernández, Pérez-Espinosa y Jesús Iglesias; una delegación de directivos de Foro Asturias negoció con los portavoces del PP. Hubo ofertas diversas, desde Gobierno de concentración hasta pactos de legislatura y el saldo final es cero. Ni un acuerdo. Puede que una parte de la responsabilidad en el fracaso recaiga en el partido que inicia el diálogo, pero es fácil colegir que el problema está en la falta de receptividad de los grupos instalados. La idiosincrasia de los territorios atrasados: al nuevo se lo recibe con hostilidad.

CAMBIO DE CROMOS

En Asturias hay una extensa trayectoria de acuerdos sociales, pero una escasa cultura de pacto político. La historia más reciente lo delata. Por primera vez, en las dos últimas legislaturas hubo gobiernos de coalición, PSOE e IU, que sólo sirvieron para aprobar los presupuestos del Principado, una tarea que corresponde a los diputados. No hubo una gestión global de los problemas. Al socio minoritario sólo le interesaba arrancar recursos para las áreas que gestionaba, desentendiéndose del resto. Hasta ahora, el pacto político en Asturias es un cambio de cromos: te doy escaños para gobernar y tú me das consejerías para ganar visibilidad. Los intereses generales de la región quedan constreñidos al prefacio del acuerdo, sin ninguna influencia en la práctica de gobierno.

Desde la noche electoral, la dirección del PSOE dijo que se ubicaba en la oposición. Asumía que había perdido las elecciones, al obtener el peor resultado de toda la etapa autonómica: 15 diputados. El único movimiento activo que tuvo el PSOE fue el voto de sus diputados a Fernando Goñi, para convertirlo en presidente de la Junta General del Principado. Esa decisión fue un error político de bulto, porque contradice el sentir de las bases del partido y el de sus votantes. Puestos a llegar a un pacto con el PP, que sea el PSOE el beneficiario, que para eso tiene el 50% más de escaños.

Fruto del pacto, PSOE-PP, IU quedó fuera de la Mesa del Parlamento, por primera vez en la etapa autonómica. IU reaccionó coléricamente contra su ex socio de Gobierno, pero luego fue matizando su respuesta hasta convertir el enfado en súplica para que Javier Fernández se presente a la investidura. Primero dijo que la postura de los socialistas no quedaría sin respuesta, luego que le prestaría dos diputados para ser presidente, y terminó ofreciendo todo el grupo parlamentario. Un ejemplo de la baja autoestima que provoca el maltrato.

FORO Y PP

El foco de la atención estuvo puesto en las relaciones entre PP y Foro. Durante semanas forcejearon por la naturaleza del pacto, global o local. El apoyo dado por Pilar Fernández Pardo y sus concejales a Carmen Moriyón agotó el debate. La dirección regional del PP quedó herida y necesitaba resarcirse de la derrota sufrida. El pacto con los socialistas en la Junta General del Principado fue la respuesta. Con esos antecedentes llegó la negociación sobre la gobernabilidad de la región, y cuando todo iba sobre ruedas se cruzó la sentencia sobre el convenio entre el Ayuntamiento de Oviedo y la empresa dueña de Villa Magdalena. Y todo se echó a perder.

Las relaciones entre Foro y PP están como antes de las elecciones. El problema del PP regional es que actúa como correa de transmisión de Gabino de Lorenzo. Todas sus actuaciones responden a las necesidades del alcalde de Oviedo. Si De Lorenzo hubiera dejado la política hace un año el PP gozaría de mayoría absoluta en Asturias. Es pasmoso que los diputados del PP no se den cuenta de ello y sigan atados a un señor que cuando encabezó una candidatura regional cosechó una derrota espectacular. Suponer que Cascos iba a canjear apoyos por la hipoteca de Villa Magdalena es un disparate mayúsculo.

La propuesta del Gobierno de coalición, formulada por Pérez-Espinosa, para ser aceptada precisaba de dos condiciones: no estar condicionada a alianzas municipales (¡Otra vez el Ayuntamiento de Oviedo!) y llegar precedida de un clima de confianza, sin pactos extraños con los socialistas. En el panorama actual, nombrar consejeros del PP en el Principado supone darle otra arma de presión a Gabino: crear crisis de Gobierno.

Recapitulemos. Los 51 días no pasaron en balde. Visto lo visto, al PSOE le interesa un largo mandato de desgaste para lo que recurrirá a cualquier alianza “anti-Cascos”; IU no tiene otra estrategia que caminar detrás del PSOE; y el PP se mueve en la más grande de las contradicciones: darle la mayoría absoluta a la oposición y adelantar la convocatoria de elecciones, que le restarían aún más escaños, o pactar presupuestos con Foro Asturias para lo que necesita romper con De Lorenzo. En cuanto a Foro Asturias, el mes y medio de transición le habrá servido para comprender que si el PP no cambia de táctica habrá que recurrir a procedimientos extraordinarios.

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por JUAN NEIRA

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