En la entrevista de Esperanza Aguirre que aparece hoy en EL COMERCIO se aprecian dos rasgos que caracterizan a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid: ideas claras y sentido común. La alta valoración que tienen los madrileños de ella se debe a esas virtudes, más allá del éxito de las políticas concretas que impulsa. Vamos a analizar cuatro cuestiones que se abordan en la entrevista (déficit de las autonomías, privatizaciones, tormenta financiera y consensos políticos) representativas de su pensamiento político.
GESTIÓN AUTONÓMICA
Es un lugar común decir que uno de los graves problemas de España lo constituye la gestión autonómica, con su tendencia hiperbólica al gasto. Sin embargo, como bien señala la presidenta madrileña, las comunidades autónomas no recaudan impuestos, sino que los reciben del Estado y prestan los servicios que han sido transferidos por el Gobierno central. Dicho de otra manera: lo sorprendente es que las comunidades autónomas dispongan de tanta manga ancha (autonomía) para gestionar cuando todo está establecido por ley. Así que para entender la ‘Babel autonómica’ debemos dar la vuelta al discurso y trasladar la crítica al Gobierno central. Veamos lo que pasa con la Sanidad.
Las verdaderas medidas sobre racionalización del gasto (acuerdos con Farmaindustria, fijación de topes salariales, compras tecnológicas) deberían ser tratadas y acordadas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. En ese organismo, el ministro del ramo debe mandar, liderar, y no quedarse en el vaporoso papel de coordinador territorial, como si fuese el presidente de una comunidad de vecinos. El catálogo de prestaciones sanitarias no puede estar al albur de lo que decida cualquier consejería de Salud, porque el «gratis total» es improrrogable. Cada vez se discute más sobre la conveniencia de imponer el copago sanitario para los usuarios de la red pública. Pues bien, ese copago lo tiene que decidir el Gobierno central.
Otro ejemplo de desbarajuste en la prestación de un servicio público es la aplicación de la Ley de Dependencia, donde cada Gobierno regional hace lo que le viene en gana. Unos pagan la prestación al cuidador informal o familiar, y otros llevan a los impedidos al Centro de Día. Al Gobierno central le vale todo. Es preciso reformar la aplicación de la norma para centrarse en los dependientes severos, porque a medio plazo el gasto en Dependencia será desorbitado, pero esa iniciativa corresponde al Gobierno de España que no toma decisiones.
PRIVATIZAR
Privatizar es el verbo maldito en la política asturiana y, en parte, también en la española. Privatizar es una actividad intrínsecamente mala. Ya no se dice que nacionalizar sea bueno (pequeña diferencia con Venezuela o Bolivia), pero privatizar es siempre negativo. Hace 14 años, cuando el Gobierno de Aznar sacó la antigua Ensidesa al mercado, desde el Ayuntamiento de Gijón, al máximo nivel, se dijo que era «la decisión más dañina para Asturias en los últimos diez años». Hoy, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, es fácil colegir que fue un gran acierto para los intereses del acero asturiano, que no hubiera durado todo este tiempo enganchado al Presupuesto del Estado.
Esperanza Aguirre dice que en siete años privatizó dos servicios públicos: la ITV y los remontes del esquí. Según la izquierda privatizó la Sanidad, la Educación, etcétera. No se trata de una diferencia cuantitativa, sino conceptual. En la Comunidad Autónoma de Madrid se puso la gestión de diferentes y variados servicios públicos en manos privadas, pero manteniéndose la titularidad pública del servicio y el acceso gratuito de los ciudadanos al mismo. Ésta es la clave. En una época de fuerte déficit público y endeudamiento de las instituciones, la Administración debe definir la prestación de los servicios públicos, sacando su gestión a concurso. El gestor que no cumple con los estándares de calidad contenidos en los pliegos públicos del concurso pierde la concesión del servicio. No importa que el médico sea funcionario o no, lo importante es la calidad del acto médico y la transparencia en las listas de espera. Pongamos un ejemplo de andar por casa. ¿No hubiera sido mucho mejor que la gestión del Teatro Jovellanos hubiese sido puesta en manos privadas? A estas alturas, no habría facturas pendientes de pago del 2010 por valor de 825.000 euros.
La preocupante evolución de la prima de riesgo española en los mercados no es, según Esperanza Aguirre, por culpa de los perversos especuladores, sino por la tendencia del Gobierno de España de vivir a crédito, de gastar por encima de lo que se ingresa. Un volumen de deuda alto crea incertidumbres sobre su amortización y de ahí que los siguientes créditos sean con interés más elevado. El futuro de las administraciones, como de las empresas, pasa por una mayor autofinanciación, por hacer previsiones de gasto en función de lo que se ingresa, sin costear el presente por el método de hipotecar el futuro.
La presidenta madrileña considera que para hacer frente a la crisis económica hace falta un acuerdo entre PP y PSOE, y que en Asturias se impone el consenso entre Foro y PP. La gran coalición nacional ya fue demandada hace tres años, pero Zapatero y Rajoy no estuvieron por la labor. En cuanto a la alianza regional, se formalizaría fácilmente si el PP asturiano opta por la renovación. La confección de la lista para las elecciones generales puede ser el inicio del cambio en el PP.