Jesús Gutiérrez, número dos de la FSA, tiene como misión salir al choque cada vez que Álvarez-Cascos hace declaraciones. Temas propios, Gutiérrez propone pocos, salvo el reiterado recurso de pedir explicaciones al presidente sobre su patrimonio o alguna incursión ideológica para calificar a Foro Asturias de extrema derecha. Si Cascos habla, porque habla, y si calla, porque calla, el caso es que para el dirigente socialista siempre mete la pata.
A Gutiérrez le parece “simplón” la respuesta de Cascos a Elena Salgado sobre el déficit público. El presidente asturiano manifestó que cumplirá con el objetivo del déficit y recordó a la vicepresidenta que el Estado le debe dinero al Principado correspondiente a la cobertura de la Dependencia, a fondos de Medio Rural y a partidas sobre la minería. Álvarez-Cascos dijo que en caso de no recibir esos recursos, el Estado le estaría endosando a Asturias un déficit oculto. El planteamiento es impecable, pero a Gutiérrez no le gustó que el presidente regional se quejara de la herencia recibida. Según Gutiérrez fue mucho peor el legado que recibieron los socialistas, con un túnel cerrado en la autovía del Cantábrico en el que hubo que invertir 50 millones de euros.
Si Asturias superó el umbral de déficit público es porque alguien gastó más de lo debido. Se trata de una factura heredada que complica extraordinariamente el ajuste, porque desde que empezó la crisis no hubo ningún semestre en que el Principado tuviera superávit. Fuera de la contabilidad, está la losa de los 211 millones correspondientes a proveedores, que algún día habrá que pagar. Ahora bien, como dijo Cascos, la peor herencia es la de Zapatero, ya que fue el Gobierno central quien en plena crisis encabezó el despilfarro de los “planes E” para acabar teniendo el segundo déficit de la UE (11,2% sobre PIB). Jesús Gutiérrez repasa el pasado y saca a relucir, sin nombrar, el episodio del túnel de Fabares en la autovía del Cantábrico, que tuvo cortada la autovía y produjo un sobrecoste de 50 millones de euros. Esto lo dice el dirigente de un partido cuyo Gobierno lleva dos años sin inaugurar un solo kilómetro de la autovía del Cantábrico en Asturias y que va a dejar el tramo, Unquera-Pendueles, pendiente de ejecutar, tras una rectificación de trazado que conllevará tres o cuatro años de retraso y sabe Dios cuántos millones de euros.