Ramón del Riego informó a los diputados de la situación económica en que se encuentra el Principado. El consejero de Economía y Sector Público dijo que entre los 211 millones de la factura aplazada de los proveedores, el 1,37% de déficit público a mitad del año y la tormenta financiera que asuela a los mercados, el Gobierno regional tendrá que realizar un ajuste mucho más duro de lo que preveía cuando se realizó el traspaso de poderes. Del Riego señaló que el ajuste será a lo largo de este año y el próximo, y como medida concreta anticipó que no podrá aplicar ninguna rebaja fiscal, dejando este objetivo para más adelante. El consejero señaló que la gestión del Gobierno de la izquierda había sido un desaguisado. Los portavoces de la izquierda discreparon de la exposición del consejero de Hacienda, y señalaron que la descripción negativa realizada por Del Riego sólo tenía como objetivo justificar los recortes que pronto haría del Gobierno de Foro Asturias.
Si miramos a Castilla-La Mancha, Extremadura, Cataluña Valencia o Murcia es evidente que la herencia recibida por el Principado es mucho mejor. Pero si Asturias se compara consigo misma, hacía muchos años que una legislatura no se iniciaba con un panorama económico tan complicado, por el nivel de paro, la mengua de ingresos, el exceso de déficit, el crecimiento de la deuda y la falta de perspectivas. Podríamos decir que la herencia de la izquierda (PSOE e IU) también hubiera sido una losa para ella misma en caso de haber permanecido en el Gobierno después de las elecciones. No tiene sentido recrearse en que otros están peor que nosotros, porque tenemos unos problemas de enorme envergadura y de difícil solución.
Es difícil de entender que el recorte en coches oficiales, altos cargos o comunicaciones no lo haya llevado a cabo el Gobierno de coalición de la izquierda. La falta de interés por tomar estas medidas demuestra la escasa concienciación ante el necesario ajuste fiscal. Llegamos así un punto clave: el peor enemigo de las políticas de austeridad está en la mentalidad de gran parte del estamento político, que considera intocable el 80% del gasto público y que para cuadrar las cuentas recurre a guardar facturas en el cajón. Por ese camino avanzábamos hacia el abismo. Los números presentados por Del Riego no dejan lugar para las dudas: hay que rebajar gastos y vender patrimonio.