Rubalcaba repitió en las cuencas mineras los argumentos de su precampaña electoral. El discurso del candidato socialista se basa en la defensa del Estado del Bienestar -Sanidad y Educación pública- que según Rubalcaba estaría amenazado con la llegada de Rajoy a La Moncloa. El ex vicepresidente del Gobierno exhortó a los asturianos a luchar para no perder lo logrado en los últimos treinta años. La argumentación es la misma que hacía Felipe González en la campaña de las elecciones generales de 1996, con una diferencia fundamental: en aquella época no había gobernado el PP y ahora ya tuvimos la experiencia de ocho años de Gobierno de Aznar, con Rajoy, Cascos, Rato, Esperanza Aguirre, Mayor Oreja, Loyola de Palacio y compañía en el Ejecutivo.
La Sanidad y la Educación públicas no se pueden identificar con ninguna opción política concreta. Por activa y por pasiva, todos los líderes políticos españoles se manifiestan comprometidos con esos servicios públicos. Con los datos que tenemos hasta el momento, decir que tal o cual partido político van a privatizar la Sanidad y la Educación no pasa de ser un juicio de valor interesado. En la campaña de 1996, los socialistas dijeron que las pensiones no estaban seguras si ganaba el PP los comicios, y no pasó de ser una profecía falsa que no les dio ningún beneficio en las urnas. Ni la izquierda nacionaliza las empresas privadas ni la derecha dilapida el capital de los servicios públicos. Llamar a arrebato, para que no se pierda lo construido en los últimos treinta años, es absurdo ya que en esas tres décadas hubo gobiernos de distinta ideología política.
Rubalcaba debe reconocer que la única amenaza real para mantener la Educación y la Sanidad pública es el elevado nivel de paro, en el que tuvo un protagonismo indiscutible el Gobierno de Zapatero. En todos los países de la UE hay crisis, pero en ninguno hay un desempleo por encima del 20%. Si esta situación se prolongara varios años, las administraciones carecerían de ingresos para mantener los actuales servicios públicos.
El candidato dijo que subvencionaría los programas de creación de empleo con un impuesto sobre las grandes fortunas. Una propuesta populista, que él mismo sabe que es inviable mientras permita la existencia de las Sicav (sociedades de inversión de capital variable). En los mítines vale todo con tal de agradar.