La campaña electoral en Asturias, como en España, tiene como gran argumento el empleo o el paro, que son dos caras de la misma moneda. El PP no tiene que esforzarse para atraer a electores de derecha, de centro o incluso de izquierdas, porque la gente quiere pasar rápidamente la página de Zapatero y el instrumento más adecuado para hacerlo es el PP. Rajoy tiene las preferencias del público desde hace año y medio, cuando se constató que las recetas de gasto de los socialistas no funcionaban y el Gobierno tuvo que pasar del ‘Plan E’ a los recortes sin solución de continuidad. El líder del PP es presidente ‘in pectore’, por eso no tiene que arriesgar ni hacer grandes anuncios, porque sabe que ya ha ganado los comicios antes de que empiece la campaña. Para contrarrestar esta realidad, Rubalcaba se esfuerza en meter miedo a la gente con las duras medidas que instrumentará Rajoy si llega a La Moncloa. El argumento no va a influir en la voluntad del votante, ya que es mucho más temible el crecimiento del paro que la disminución del gasto educativo, por poner un ejemplo de recorte de gasto público. Además, los ciudadanos saben que el próximo presidente, sea quien sea, tendrá que reducir el gasto para equilibrar las cuentas.

En Asturias, el debate sobre la ejecución de infraestructuras también saldrá a la palestra dada la enorme sensibilidad que hay con las autovías y los trenes de alta velocidad. El PSOE puede sacar a relucir la inversión de los años de vacas gordas, sin embargo es un triste balance que después de ocho años en el poder no se hayan terminado ni la autovía del Cantábrico ni la del interior (Oviedo-La Espina) ni los enlaces de la autovía minera ni la variante de Pajares, una actuación, esta última, que encontraron licitada cuando llegaron al Gobierno.

Todas estas consideraciones van a quedar en un segundo lugar ante el específico mapa de fuerzas asturiano, con la llegada de Foro. PP y PSOE van a hacer continuas referencias al nuevo competidor, y Foro abrirá un debate novedoso en nuestra región: el peso y la valía de los diputados asturianos. Sin que vaya en desdoro de nadie, los diputados y senadores asturianos tenían hasta ahora como principal función votar lo que les mandaba el jefe del grupo parlamentario. Jamás influyeron en las inversiones del Estado en Asturias. Esa es la baza de Cascos.