Duelo apasionante, sin florete y con corbata. Rubalcaba fue al ataque desde el primer momento, anunciando planes y terminando cada intervención con una pregunta para forzar la respuesta de Rajoy. ¿Va a dar dinero Rajoy a los bancos? ¿Va a reducir el subsidio de desempleo? ¿Va a dejar a las Pymes fuera de la negociación colectiva? ¿Va a subir el IVA? El candidato del PP negó todas las insinuaciones de Rubalcaba, para pasar, a continuación, a poner datos y recordar leyes que convertían al candidato socialista en culpable de los “delitos”: la reducción del desempleo la hizo González en el año 1992, la especulación inmobiliaria alcanzó su cenit con Zapatero, los cambios de la negociación colectiva provienen de leyes del PSOE. Y por supuesto, el IVA, como el IRPF y los Impuestos Especiales los subió Zapatero, además, de congelar pensiones y reducir el sueldo a los funcionarios. El problema de Rubalcaba está en el pasado y en el presente, la debilidad de Rajoy la tendrá que desvelar el futuro.
Formalmente, el debate fue mucho más dinámico y fluido que los de hace cuatro años entre Zapatero y Rajoy. Rubalcaba es muy superior dialécticamente a Zapatero; por su parte, Rajoy llevaba aprendida la lección y omitió menciones líricas a “la niña”. Como el debate fue televisado, Rubalcaba ganó en frescura a su oponente, porque no tiene el peculiar lenguaje facial de Rajoy.
El segundo bloque del debate, dedicado a los servicios públicos, tuvo un particular desarrollo. Rubalcaba criticó el incipiente proceso de privatización en la Sanidad y la Educación, y recordó que las pensiones mínimas fueron revalorizadas por los gobiernos de Zapatero en mayor medida que en las dos legislaturas de Aznar. Rajoy explicitó su compromiso con la Sanidad y la Educación públicas, así como con las pensiones, basando toda su argumentación en datos económicos, para demostrar que no existen derechos sociales sin creación de empleo. A partir de esas premisas, la brillante exposición de Rubalcaba quedaba en entredicho por la gestión realizada por Zapatero. Con cinco millones de parados no hay forma de garantizar servicios públicos de calidad. A esas alturas del debate, ambos protagonistas entraron en el cuerpo a cuerpo de cualquier tertulia televisiva, con Rubalcaba al ataque y Rajoy tratando de conservar la amplia ventaja de puntos de las encuestas.