La toma de posesión de Gabino de Lorenzo como nuevo delegado del Gobierno se atuvo a un protocolo tan preciso como frío, con discursos de Ana Mato, en representación del Gobierno, y del nuevo delegado. Ambos ofrecieron repetidamente diálogo y colaboración con el Principado, como pauta a seguir en la relación entre las dos administraciones. Por lo dicho hay que concluir que Rajoy no quiere disputas con el Gobierno de Foro. Para deshacer equívocos, el ex alcalde de Oviedo señaló que no llegaba al cargo con la pretensión de “intercambiar cuero” en un combate cuerpo a cuerpo. Tratándose de un ex boxeador amateur que más de una vez se habrá fajado en el ring con los rivales, la declaración tiene su importancia.
La parte más interesante del discurso de Gabino de Lorenzo estuvo en su visión de la actual coyuntura económica, al hacer una defensa cerrada de la política de consolidación fiscal y hablar de un futuro de sacrificios y disciplina para lograr disminuir el déficit público, aunque suponga rebajar el sueldo de funcionarios, ralentizar la construcción de infraestructuras o reducir los servicios públicos. Ni Rajoy ni Soraya Sáenz de Santamaría hablaron de una forma tan desnuda y dura. Para compensar un juicio tan severo, el nuevo delegado señaló dos actuaciones que no admiten dilaciones en su construcción, la autovía del Cantábrico y la línea de alta velocidad, Madrid-Gijón. Anunció que va a encargar a los servicios técnicos de la delegación del Gobierno las actuaciones que están pendientes en ambas infraestructuras.
No es necesario que el delegado del Gobierno haga trabajar a los técnicos que están bajo su responsabilidad, porque el Ministerio de Fomento conoce con todo detalle cómo están las obras; sabe lo que está hecho y lo que está pendiente. Otra cosa es que el Ejecutivo acepte hacer una excepción con estas dos actuaciones e invierta dinero en ellas a la vez que trata de recortar 36.000 millones de euros del gasto público en un solo año. No creo que el enorme retraso que acumulan los tramos asturianos de la autovía del Cantábrico sea un argumento suficiente para que el Ejecutivo reactive las obras. En la variante de Pajares, como en el metrotrén, los túneles seguirán siendo mudos testigos de la crisis. El papel del delegado del Gobierno será el de justificar los retrasos en aras a altos intereses de Estado.