“No sé si el señor Rajoy conoce lo que está haciendo el PP en Asturias”. La frase es de Álvarez-Cascos. Si algo caracteriza al poder es poseer información, así que el hombre más poderoso de España tiene que saber lo que ocurre en la política asturiana, máxime cuando está su partido directamente involucrado en la historia del pacto fallido del centro-derecha regional. Cosa distinta es que con las responsabilidades que gravitan sobre los hombros de Rajoy, la disputa entre Foro y PP en una región de un millón de habitantes no esté entre sus preocupaciones principales.
Hace algo más de un año, la misma reflexión formulaban los dos bandos enfrentados en la batalla por elegir al candidato del PP a las elecciones autonómicas. En torno a la festividad de San Mateo, en una de aquellas comidas que organizaba De Lorenzo, Pérez-Espinosa fue propuesta como candidata. Luego vinieron tres meses de silencio, en los que la dirección nacional realizaba declaraciones genéricas y no tomaba decisiones. Al final, en la víspera de fin de año, el comité electoral nacional nombró a Pérez-Espinosa de candidata. Rajoy conocía todo lo que había acontecido pero permitió que la propuesta del ex alcalde de Oviedo fuera asumida por todo el partido. En la política, como en las empresas o en el mundo del fútbol, hay jefes que son muy intervencionistas, ordenan hasta en los más pequeños detalles, y hay otros que se reservan para los asuntos más importantes y dejan que desde puestos de inferior jerarquía se gestionen muchos asuntos. Cada una de las dos formas de liderazgo tiene ventajas e inconvenientes.
La decisión de presentar una enmienda a la totalidad, en un fin de semana, con el objeto de que se votara tres días después, proponiendo como única vía de acuerdo la retirada del proyecto de presupuestos fue una decisión tomada por el PP en Oviedo. Una condición imposible de cumplir porque ningún Gobierno retira los presupuestos registrados en la Cámara. Seguro que Rajoy no tuvo nada que ver con ello.
Ahora le toca al PP tomar otra decisión, que exige el visto bueno de Rajoy: la elección del cartel electoral. Si se quiere dar un paso positivo, la mejor opción es Mercedes Fernández, destacada dirigente del PP, brillante diputada y ganadora de las elecciones generales de noviembre. Una persona ajena a las luchas vividas por Foro y PP en el último año y medio.