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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL CAMPO DE LA DERECHA

La disolución de la Junta General del Principado cogió por sorpresa a propios y extraños. Lo inesperado de la decisión de Álvarez-Cascos no descansa en la ausencia de motivos para tomarla, sino en que ningún político asturiano se atrevería a dar por terminada una legislatura a los siete meses de su inicio por carecer de apoyo parlamentario. La devolución de los presupuestos es una de las causas típicas de convocatoria a las urnas, pero en Asturias nadie consideraba plausible la finalización de la legislatura tras producirse el rechazo presupuestario.
Oposición y agentes sociales esperaban que el Principado asumiera la prórroga presupuestaria y buscara apoyos parlamentarios para reasignar los recursos económicos. Lo más curioso de todo esto es que los mismos que veían inevitable la gestión de la prórroga se mostraban escépticos sobre la receptividad del Parlamento a las nuevas propuestas de Cascos. En definitiva: estábamos abocados a un curso parlamentario tortuoso, cuya única finalidad sería ganar tiempo, porque el manual del político asturiano al uso dice que hay que vivir de las rentas del escaño y ningún presidente disolverá la Cámara si contar con datos suficientes para saber que renovará el mandato. Como Cascos no tiene ninguna garantía de hacerlo, la finalización de la legislatura no era una hipótesis probable. De ahí la sorpresa.

Objeciones

Desde el estamento político se han presentado dos objeciones a la cita electoral. La primera tiene que ver con el hartazgo social que produce una nueva convocatoria a las urnas. Este fue el inconveniente expresado por Rajoy, en su breve referencia a las elecciones asturianas. El hartazgo social es con toda la clase política española y asturiana, al ver que el paro crece y las soluciones no llegan. A la gente no le gusta nada tener que volver a votar, pero con prórroga presupuestaria o con nuevo mandato, la distancia entre ciudadanos y políticos irá en aumento si el desempleo y los impuestos aumentan, y las indemnizaciones por desempleo y las pensiones menguan. Esas son las verdaderas razones del descontento.
La segunda objeción está relacionada con la paralización de la actividad administrativa y el freno a la actividad económica. Con un gobierno en funciones y otro entrante no es posible tomar decisiones con agilidad. Ahora bien, con una prórroga presupuestaria gestionada contra una mayoría parlamentaria hostil la paralización es más larga y más grave. En este punto es preciso recordar que el proyecto de presupuestos derrotado por la enmienda a la totalidad del PP contenía el nivel de inversión más alto, en términos relativos, de todos los presupuestos autonómicos aprobados para 2012. Es probable que las cuentas regionales tengan que ser reformadas en todas las comunidades autónomas para integrar las nuevas directrices que marque el Gobierno central, pero en Asturias la oposición tomó por anticipado una vía más expeditiva para reducir la capacidad de inversión: mantener vivos los presupuestos de 2011.
Conclusión. La convocatoria electoral fue una sorpresa porque es una medida que está fuera del elenco de respuestas de la clase política asturiana, que no renuncia al escaño ni en los casos de catástrofe electoral. En cuanto a los perjuicios indudables que causa, son aún inferiores a la erosión que produce en la actividad económica y administrativa la prolongación de la prórroga presupuestaria.

Horizonte

A cincuenta días de la apertura de las urnas, los partidos toman sus primeras decisiones. En Foro y PSOE, las candidaturas de Álvarez-Cascos y Javier Fernández son firmes. El caso del PP es distinto. El 22 de mayo fue el gran derrotado (Pérez-Espinosa), al pasar de veinte a diez escaños, pero en las elecciones generales del 22 de noviembre fue el partido ganador (Mercedes Fernández). El contraste entre los dos resultados llevó a la dirección nacional a ofrecer la cabeza de candidatura a la diputada nacional.
El retorno de Mercedes Fernández a la política asturiana tiene una gran importancia porque permitirá al PP reflexionar sobre la estrategia a seguir. El partido de Rajoy tiene que optar entre dos orientaciones básicas, la formación de una mayoría de centro-derecha, algo que depende también de Cascos, o el desgaste de Foro a través de una suma de acuerdos con el PSOE. Si se quiere gobernar, hay que transitar por la primera vía, pero si el objetivo es terminar con el partido de Cascos lo mejor es olvidarse del Gobierno y reforzar los lazos con el PSOE, aún a sabiendas de que esta segunda vía puede provocar el retorno de la izquierda al poder. Si el PP responde al interés del electorado de centro-derecha buscará la entente con Foro, pero si tiene por norte la vuelta al escenario del bipartidismo, que hubo durante tres décadas en Asturias, deberá prescindir de Foro.
De todos los dirigentes del PP asturiano, sólo Mercedes Fernández puede abrir esa reflexión, porque se mantuvo ajena a la pendencia del PP asturiano con Foro y carece de prejuicios contra Cascos. Cuando se tenga perspectiva sobre lo que pasó en el Principado en el segundo semestre de 2011, se descubrirá que Foro quiso gobernar, la izquierda se opuso por razones ideológicas y el PP se equivocó de bando. En esa foto general hay que incluir la facilidad para llegar a acuerdos con el PSOE en el Ayuntamiento de Oviedo y el recelo a dar por bueno el pacto con Foro en el Ayuntamiento de Gijón.

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