Alfonso Guerra fue la gran estrella del mitin socialista de Siero, en el que también hablaron Javier Fernández y Guillermo Martínez; este último perdió la Alcaldía la pasada semana por una moción de censura encabezada por Foro Asturias, que colocó a su portavoz municipal de regidor.
Guerra mantiene inalterable su inconfundible estilo de los tiempos de la transición, con un público entregado que ríe a mandíbula batiente sus gracias y ovaciona sus proclamas ideológicas. Hace 32 años, en el Congreso de los Diputados, llamó a Adolfo Suárez, “tahúr del Misisipi con chaleco floreado”, y dijo que el entonces presidente del Gobierno era “un perfecto inculto procedente de las cloacas del Franquismo”. Destaco sólo dos “perlas” del que fuera durante nueve años vicepresidente del Gobierno con González, pero en las hemerotecas hay una colección mucho más amplia. Guerra siempre tuvo bula para decir cualquier exabrupto; antes se le permitía por el poder que acumulaba, y desde que dejó de formar parte del Ejecutivo puede decir cualquier cosa porque goza del privilegio de las publicaciones satíricas: sólo quiere hacer reír a la gente. Ayer, llegó a Siero con un nuevo “número”, relacionando Niemeyer y Gürtel, para concluir que hay 900.000 euros a nombre de Paco “que dan para emborrachar a toda España”. A estas alturas de la vida y con el descosido que tiene el socialismo andaluz, el hermano de Juan Guerra sigue con su patrón de bolsillo midiendo la ética de la clase política española. Como decía Pemán, escritor y académico bien conocido por Guerra, “de Despeñaperros para abajo hay una España distinta”. Guerra es un genuino representante de ese Sur separado del resto del país por el Sol y el populismo.
Javier Fernández no tiene nada que ver con Alfonso Guerra, pero la presencia del diputado sevillano sirvió para que fuera más gente al mitin. El candidato socialista volvió a advertir del peligro de las potenciales privatizaciones en sanidad y educación. Criticó la reforma laboral de Mariano Rajoy y se mostró comprensivo con la convocatoria de huelga general lanzada por las centrales sindicales. En su intervención insistió en el que va a ser el eje de su campaña electoral: el desgobierno de la derecha, a la que opone, la “seriedad” de la alternativa socialista. Para hacer más creíble su exposición sobraba Guerra.