La anulación del sexto escaño de la circunscripción occidental, por la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), ha dejado en precario todos los cálculos realizados sobre la gobernabilidad en la actual legislatura. Si el Tribunal Constitucional (TC) casa la sentencia del TSJA y se repiten los comicios de los emigrantes en el Occidente, la mayoría parlamentaria estará en el aire hasta el mes de julio y el presidente en manos de lo que decidan, a miles de kilómetros de distancia, los hijos y nietos de asturianos. De darse esa situación, la proclamación del próximo presidente tendría un carácter provisional, investido en una Junta General del Principado de 44 diputados.
Sorpresas
Desde el 22 de mayo de 2011, fecha de elecciones autonómicas y municipales, el curso político asturiano ha sido una caja de sorpresas. La misma noche electoral terminó con un resultado histórico: el centro-derecha, perdedor sempiterno en las urnas regionales, se alzaba ganador con 26 escaños. La segunda sorpresa consistió en que la mayoría absoluta de las urnas se convirtió en una derrota parlamentaria para el Gobierno, al aliarse el PP con el PSOE para repartirse los puestos de la Mesa de la Junta General del Principado, una sintonía entre los dos grandes partidos que se mantuvo hasta el pasado 25 de enero, cuando los socialistas dieron su apoyo a la enmienda a la totalidad del PP a los presupuestos de Cascos.
La convocatoria de las elecciones fue una novedad a escala nacional, porque nunca se había dado un mandato tan breve en una comunidad autónoma. Asombroso fue también el resultado electoral, ya que sin recuperar escaños el PP, el centro-derecha mantuvo la mayoría absoluta. Las novedades no terminaron ahí, porque por primera vez el voto de la emigración supuso un cambio cualitativo en la correlación de fuerzas parlamentaria, al perder el centro-derecha la mayoría absoluta y dejar a izquierda y derecha en empate técnico, con UPyD de árbitro de la situación. La última sorpresa acaba de llegar con la anulación de los comicios y la vuelta a las urnas en el Occidente para disputar el escaño que confirmará al nuevo Gobierno o le dejará a los pies de una moción de censura.
En un lapso de tiempo de once meses nunca se había dado una secuencia tan nutrida de sucesos extraordinarios en la política regional. Todo ha cambiado desde aquella noche triunfal de Foro hasta la sentencia del TSJA que da paso a un Parlamento provisional. Sin embargo, para el análisis político, lo esencial se mantiene inmutable: el desencuentro entre Foro y PP. La mayoría absoluta que otorgan los ciudadanos al centro-derecha y deshacen las cúpulas de los partidos.
Tras las elecciones del 25 de marzo, había razones para pensar que el enfrentamiento entre Foro y PP daría paso a los acuerdos. En primer lugar, Mercedes Fernández es la nueva líder del partido y del grupo parlamentario. La dirigente gijonesa nunca ha tenido sintonía con el PSOE. Al contrario, en todos los desempeños políticos que ha participado ha chocado con la izquierda. De la solapada entente del PP con el PSOE, tan decisoria para la gobernación en el Ayuntamiento de Oviedo, por poner un ejemplo, nunca ha participado Mercedes Fernández. A esa garantía hay que añadir una nueva circunstancia: la negociación entre las dos fuerzas ha sido asumida directamente por los dos líderes, Álvarez-Cascos y Mercedes Fernández, evitando repetir el absurdo de dejar el diálogo en manos de extensas e inútiles comisiones negociadoras sin otro poder de decisión que llamar por teléfono a sus jefes. Por su parte, Foro ha abandonado la estrategia transversal de buscar acuerdos con todos, que dejaba relegado al PP a ser un partido más del arco parlamentario sin ningún trato preferente.
Desacuerdo
A todo ello hay que añadir el argumento de más peso: las enseñanzas de las urnas. Nadie hubiera imaginado que todos los escaños cedidos por Foro irían al PSOE, IU y UPyD. El PP no se ha beneficiado de ninguna pérdida de Foro. Ambos partidos comparten la clientela electoral, pero los descontentos con Foro han preferido quedarse en casa antes de escoger la papeleta del PP. El dato más llamativo de las elecciones no es el avance socialista, el retroceso de Foro, la mejora de IU o la irrupción de UPyD, sino que el PP sigue en la misma sima que en las elecciones de 2011 sin beneficiarse del surco abierto por Rajoy con los 186 diputados de las elecciones generales. Había, pues, razones para pensar que se rectificarían los errores del pasado.
Bajo la apariencia de la negociación permanente y la mano tendida al acuerdo, el PP quiere saltarse la lógica de la aritmética parlamentaria y sólo acepta una coalición presidida por Mercedes Fernández. Algo insólito (es el partido con menos escaños de los dos del centro-derecha) que cierra las puertas al pacto y las abre a la desunión. De forma privada, los barones del PP venden la tesis de que la participación en un gobierno con Cascos rompería a la organización. IU no quedó fagocitada tras dos mandatos en coalición con el PSOE, al contrario, ahora tiene más diputados que entonces. Pero sobre todo deberían pensar en la frustración que supone para el electorado del centro-derecha impedir por segunda vez en un año que la mayoría absoluta de las urnas tenga cumplido reflejo en el Parlamento.